En septiembre de 2015 aparecieron una manchas de humedad con muy mal aspecto en el techo del lavabo del piso de Ana María Sánchez, en Ciutat Meridiana. Los manchurrones no paraban de crecer hasta que un día empezó a brotar directamente agua de las paredes. Parecía evidente que el vecino de arriba -el del 5º 1ª- tenía un escape. Como suele hacerse en estos casos, Ana subió al rellano superior para hablar con los inquilinos e intentar que repararan la avería. Pero nadie le contestó. Y es que los vecinos del quinto son okupas y nunca abren a nadie. Ahí empezó una pesadilla que todavía dura, y que con el tiempo ha obligado a Ana María a tener que marcharse de su propia casa porque está "inhabitable", por el lamentable estado en el que se encuentra como consecuencia de la inundación.
Los primeros meses, las humedades no ocasionaron demasiados problemas a Ana María, más allá de los estéticos. Hasta que en marzo de 2016, el agua afectó a la instalación eléctrica del lavabo. En ese momento, la propietaria del 4º 1ª contactó preocupada con su compañía de seguros para que tomara cartas en el asunto. Tras hacer un peritaje de los daños, la compañía le respondio que el piso del que provenía el agua era propiedad del Banc Sabadell y que la avería "no podía repararse" porque los okupas que lo habitaban ilegalmente “no dejaban entrar a los técnicos de la aseguradora” de la entidad bancaria. Desesperada, Ana María remuevió cielo y tierra -recurrió hasta al servicio de mediación del distrito de Nou Barris- y finalmente logró que sus vecinos de arriba aceptaran que el fontanero entrara y taponara el escape y cambiara una bañera. El Ayuntamiento de Barcelona remitió entonces a Ana una carta en la que le aseguraba que daría “todos los pasos necesarios para conseguir restablecer las correspondientes condiciones de salubridad”.
Esta primera intervención frenó las humedades, pero no reparó completamente la avería, por los que, evidentemente, las condiciones de salubridad no solo no se recuperaron sino que fueron a peor. La situación se hizo insostenible el 16 de junio de este año cuando el agua empezó a salir a chorro por el techo del lavabo e inundó completamente el piso, provocando también goteras y manchas de humedad en el piso de más abajo, el 3º 1ª. El reventón incluso provocó la caída y posterior rotura del mueble principal del comedor del 4º 1ª y que el suministro eléctrico de toda la casa quedara completamente interrumpido, porque había cortocircuitos. "La instalación eléctrica ha quedado inservible, se habrá de cambiar entera", protesta Ana María Sánchez.
INTERVENCIÓN DE LOS BOMBEROS Y LA GUARDIA URBANA
La inundación fue tan grave que se personaron en el edificio los bomberos y una patrulla de la Guardia Urbana. Al ser requeridos, los okupas respondieron a la policía que no podían arreglar la avería porque no tenían recursos, y Ana se vio forzada a embalar todo lo que pudo en cajas -para preservarlo del agua- y a hacer la maleta. El informe de los urbanos recoje que en el momento del gran escape la vivienda de los okupas estaba “desordenada, acumula basuras y tiene una instalación eléctrica deficiente”. Además, corroboró la existencia “de una fuga de agua que afecta a las viviendas 4º1º y 3ª 1ª”. Ana María se marchó ese mismo día de la escalera y todavía no ha podido volver a dormir en su casa.
“Estoy en la calle. Parece ser que los ciudadanos normales que pagamos nuestros impuestos no tenemos derecho a una vivienda”, se queja Sánchez que ha denunciado en reiteradas ocasiones su situación al distrito de Nou Barris, al Ayuntamiento de Barcelona y también al Síndic de Greuges y al Defensor del Pueblo. También ha enviado recientemente una carta a la alcaldesa Ada Colau a la que se ha respondido desde desde el consistorio que “los servicios municipales han actuado correctamente”, en tanto que se trata “de un conflicto entre privados” en el que la administración solo se puede actuar “con limitaciones” No obstante, informan a la afectada de que si “la problemática no se resuelve, deberá dirimirse entre las partes ya sea a través de un acuerdo extrajudicial o en los juzgados”.
Ha pasado medio año desde que el agua destrozó el piso y aunque la avería parece reparada (en agosto la aseguradora del banco pudo convencer a los okupas de que volvieran a dejar entrar a los profesionales), la vivienda sigue inhabitable. Está destrozada, llena de moho, con las paredes agrietadas, la madera abombada y manchas de humedad por todas partes. Pese a las reiteradas protestas, no ha conseguido ayuda de los servicios sociales ni que le asignen una vivienda temporal. “Toda la vida trabajando para esto”, lamenta la vecina de Ciutat Meridiana.
IMPUNIDAD COMO EN EL RAVAL
Tampoco ha conseguido que se desaloje a los okupas del quinto, pese a los cuantiosos daños que han provocado, pese a que en principio se negaban a que se reparara la avería y pese a que rompen la cerradura de la puerta de la comunidad cada vez que se cambia, hasta el punto de que los vecinos han dejado de arreglarla y lapuerta siempre está abierta. “Los okupas tienen impunidad total, se les deja hacer de todo", protesta Sánchez. Es la misma impunidad con la que actúan las bandas de okupas que tienen atemorizados a los vecinos del Raval. "A los okupas se les tenía que haber cortado el agua en cuanto aparecieron las primeras humedades y al ver que no arreglaban la avería para que el problema no fuera a más, pero al parecer eso no puede hacerse", se lamenta la afectada. "Los okupas parecen intocables”, subraya Ana María Sánchez.
Pero los daños causados por el agua no han sido el único problema al que ha tenido que hacer frente la vecina. El barrio de Ciutat Meridiana está lleno de pisos okupados e incluso hay mafias que trafican con ellos. “En cuanto un piso se queda vacío, inmediatamente se okupa ilegalmente. Empezó a correr la voz de que yo me había marchado y había gente esperando a que acabara de mudarme para okuparlo”, denuncia Ana María.
Ante el riesgo de encontrarse un dia con su piso 'inundado' también de inquilinos no deseados, la vecina ha instalado una alarma que por el momento ha disuadido a los posibles okupas. También lo visita regularmente para ventilarlo y para que no parezca que no vive en él. Ahora que la avería del 5º 1ª parece del todo solucionada, es posible que en unos meses la aseguradora de Ana empiece a reparar los daños de la vivienda. Pero mientras tanto, la vecina del 4º1ª sigue sin poder volver a vivir en su casa. Mientras tanto, los okupas siguen tranquilamente en el piso de arriba. Y mientras tanto, la puerta del bloque está continuamente abierta, de día y de noche. Como la mayoría en el barrio.