Cuando los terroristas de Hamás que queden vivos se rindan o huyan, podrán vivir como reyes y héroes refugiados en el nuevo Distrito 11 de Barcelona, su ciudad de vacaciones.
Gracias al alcalde Collboni, felicitado y aplaudido por Hamás cuando rompió sus relaciones institucionales con Israel y liquidó el hermanamiento con Tel Aviv, los terroristas podrán darse la gran vida en la capital de Catalunya.
Entre otros privilegios, podrán gozar de batucadas y conciertos de famosísimos artistas aliados, como Escandalera y DJ Marikarmen Free, Macaco, Lluís Llach, Clara Peya y Svetlana, entre otros.
También podrán reunirse con los valientes camaradas revolucionarios Jordi Évole, Luis Tosar, Vicky Luengo, Carolina Yuste, Juan Diego Botto o Carlos Bardem, pobres víctimas privilegiadas de Israel.
A su disposición, salas VIP del puerto y 500 casas, polideportivos y centros sociales. Los ofrece una autoproclamada sociedad civil de Barcelona. Su portavoz, un palestino que lleva más de veinte años en la ciudad sin tirar un petardo ni pegar un sello.
Con el aplauso y beneplácito de Salvador Illa, presidente supuestamente “normalizador” de toda Catalunya. Sin consultar a Badalona ni a Ripoll, por citar sólo dos ejemplos. Ni manifestarse contra las amenazas de muerte a personas no antisemitas.
Los terroristas acogidos se sentirán como en casa. Podrán participar en festejos náuticos solidarios con sus crímenes. Y coincidirán con los 25 yihadistas detenidos en Barcelona el año pasado. Máximo histórico desde la masacre de Las Ramblas.
Como Barcelona es buena y la bolsa suena, Jaume Collboni, el magnánimo, ha invertido un millón de euros públicos en un Distrito 11. El personal del nuevo chiringuito, dedicado a tal entelequia, trabajará con activistas de Palestina.
Lo más grande es que también “con los refugiados palestinos en Oriente Medio”, que son acogidos potenciales de Barcelona. En 1950 eran 914.000 exiliados en el mundo. Ahora, 5,6 millones. En gran parte debido al terrorismo de Hamás.
Sobrado de caudales y de natural generoso como es, Collboni gastará este año otros 1,4 millones de euros en ayudas a Palestina y otros 400.000 a la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina.
A todas estas inversiones de futuro, hay que sumar la financiación de viajes promocionales del alcalde y las subvenciones a asociaciones, oenegés y grupúsculos barceloneses afines a la causa de Hamás, que no de Palestina.
Porque los palestinos y Palestina son las primeras y principales víctimas de Hamás. Ya se sabe que no todos los palestinos son terroristas, pero todos los terroristas de Hamás sí son palestinos.
Mientras, el antisemitismo y la judeofobia del alcalde y sus asociados “progresistas” van creciendo. El resultado es que sus fantasmales ataques y provocaciones contra Israel y los israelitas perjudican seriamente a Barcelona y a Catalunya.
Pero en la ciudad de vacaciones de Hamás, ¿Dígame?, ¿Se respetará y se tendrá en cuenta a los diez mil judíos catalanes que viven y trabajan en su ciudad y en su país? ¿Y a los millones de ciudadanos ni amigos, ni aliados ni simpatizantes de Hamás?