Del latín pro statuere o estar situado delante para ser visto. Ese es el origen de la palabra. El conocido como oficio más antiguo del mundo también ha gozado de gran predicamento en nuestra ciudad. El buen observador conocerá la famosa Carassa situada en la calle del mismo nombre, próxima a la transitada Montcada. Su nombre hace referencia al elemento escultórico con el que se anunciaba la ubicación de un prostíbulo (o lupanar, del latín loba, por los gritos que proferían las profesionales del sexo para atraer la atención de sus clientes potenciales). Unas caras o carasses que hacían entonces las funciones de las actuales luces de neón. Queda otra, aunque mutilada, sobre un balcón en la calle de las Panses (cerca de Santa María del Mar).
El problema es que si te ibas a vivir al piso donde se encontraba esta pétrea señal pasabas unas noches un poco moviditas. De ahí que se optase por un método expeditivo: una rama de árbol en el balcón (fácil de quitar y de poner, en función del horario de apertura). De ahí, por cierto, viene la palabra ramera.
La primera Carassa de la que hablábamos da la bienvenida a muchos turistas que visitan el Museu Picasso. Resulta divertido saber que la mayoría de ellos desconocen su significado. Por cierto, el pintor malagueño confesó que las señoritas del cuadro cubista Les damoiselles d'Avignon (1907), actualmente en el MOMA de Nueva York, eran prostitutas de la barcelonesa calle Avinyó. Así se lo contó al hijo del médico Jacint Reventós. En uno de los tramos de esta arteria se encontraban algunos renombrados meublés como, por ejemplo, Casa Joaquina o Casa Ventura. Años más tarde, las pensiones-picadero se trasladaron a la parte baja de La Rambla: Casa Carola (donde empezó a ejercer Carmen Broto, futura amante del inenarrable Julio Muñoz Ramonet) o Habitaciones María Cabré (regentada por la hermana del famoso torero, quien acabaría disfrutando con la compañía de la mismísima Ava Gardner).
A otro nivel, la ciudad pudo presumir durante décadas del mítico prostíbulo Madame Petit, en la calle L’Arc del Teatre (ahora un solar). Tenía moneda propia, puesto que era muy visitado por marineros de diferentes países. Unas piezas o chapas que darían nombre a la expresión “hacer chapas” o “chapero” (en relación a la prostitución masculina, profesión ejercida por el escritor francés Jean Genet durante su breve estancia en Barcelona). Un local inaugurado en 1888 y cerrado en 1956, alejado ya del glamur de sus primeros años. Vean, si no, cómo lo describió el editor Carlos Barral en sus memorias: “…putes grasses i velles, sovint embarassades, vestides amb parracs de suposada seda brillant que deixaven entreveure mamelles caigudes i cuixes dibuixades de venes i varisses”.