No nací en Cataluña, tampoco mis padres, aunque es el lugar donde crecí, estudié, me enamoré por primera vez, que no es la más importante pero es única, empecé a trabajar y nacieron mis hijas. Sentimentalmente, sin embargo, cuando me han preguntado de dónde me sentía, siempre he respondido que de Barcelona, un hábitat mestizo que mira al mar, que es como estar abierto a todas las corrientes, a todas las influencias, a todas las culturas. La política ha teñido de colores sus paredes en los últimos años hasta el paroxismo, la ha disfrazado, pero Barcelona no es lo que pretenden.

Inés Arrimadas, la ganadora de las elecciones con mayor índice de participación, tampoco nació en Cataluña, ni sus padres. En su caso, ni estudió y, pese a que sus progenitores vivieron en Barcelona en el pasado, su llegada a la ciudad se produjo por motivos profesionales, en 2006. Poco más de una década después, es la candidata que más votos ha conseguido en unos comicios críticos para el futuro de Cataluña y España, con la autonomía suspendida por el artículo 155 y las empresas a la fuga de una comunidad de honda tradición industrial y prosperidad económica. Pese a su dominio del catalán, quizás no sería del todo exacto definir a la política de Ciutadans como una catalana, pero hay pocas dudas de que se trata de una barcelonesa del Barça: "tant se val d'on venim".

En la circunscripción electoral de la ciudad, su salto con respecto a 2015 ha sido de 65.000 votos, hasta los 218.000. Tanto en Barcelona como en su comarca es donde la fuerza política naranja ha encontrado el caladero para su victoria. La opción de que Arrimadas pueda ser presidenta de la Generalitat es utópica, puesto que la aritmética del Parlament favorece a las fuerzas soberanistas. Sin embargo, su victoria ha marcado un punto de inflexión. Arrimadas ha conectado con una parte de Barcelona y su conocido cinturón rojo, aunque ya tenga muy poco de rojo, un lugar abandonado por la izquierda, en concreto por el PSC. Lo ha hecho después de romper algunos dogmas, como el de hablar indistintamente en catalán y en castellano en actos públicos. Simplemente, ha llevado al púlpito la realidad de la calle, la Barcelona real, mestiza y libre.