La sombra del dictador Francisco Franco es alargada. Tanto como la cruz del mausoleo que en su honor se levanta a más de 50 kilómetros de Madrid. Por cierto, es la cruz en piedra más grande del mundo. Pues bien, a día de hoy sigue abierto el debate en torno a los restos del Generalísimo; sobre todo, a raíz de su posible exhumación, según lo declarado por algunos miembros del Ejecutivo socialista encabezado por el presidente Pedro Sánchez. Lo que poca gente conoce es la relación que el recinto —gestionado por la comunidad benedictina— tiene con la ciudad de Barcelona.
El arquitecto Pedro Muguruza Otaño estuvo al frente del proyecto. No en vano ocupó la Dirección General de Arquitectura en un año tan simbólico como 1939 (después sería Comisario General de Recuperación Artística, así como supervisor del proyecto urbanístico bautizado con el nombre de Gran Madrid). Justo diez años antes, y con motivo de la Exposición Internacional de Barcelona, se construía un nuevo edificio de pasajeros en la Estació de França. Muguruza sería el autor. Raimon Duran i Reynals lo embellecería (el mismo que destruyó las esculturas modernistas de Eusebi Arnau que decoraban los bajos de la Casa Lleó Morera de Lluís Domènech i Montaner). A la inauguración de la terminal de pasajeros asistió el rey Alfonso XIII en los estertores de la dictadura que encabezaba Miguel Primo de Rivera. Su hijo y fundador de Falange Española, José Antonio, también permanece enterrado en el Valle de los Caídos.
Entre los constructores que participaron con entusiasmo en el proyecto megalómano se encontraba el pamplonés Félix Huarte Goñi, al frente del Grupo Huarte (la actual OHL de los controvertidos Villar Mir, la H se debe a don Félix). Pero, volviendo a los artistas que colaboraron en el monumento, encontramos al escultor Carlos Ferreira. Suya es la imponente Maternidad de bronce situada en el Hospital Universitario Vall d’Hebron (antigua Residencia Francisco Franco). El dictador se desplazó a Barcelona en 1966 para inaugurar el edificio más alto de todo el complejo, destinado a la especialidad de obstetricia.
Otro de los escultores partícipes en el Valle de los Caídos fue el valenciano Ramón Mateu Montesinos, quien estuvo presente en la gran muestra de arte que se llevó a cabo en el Palau Nacional (actual MNAC) con motivo de la Exposición Internacional de 1929. De él son la Virgen de Loreto y del Pilar. Otro Ramón, Lapayese, fue el autor de los doce apóstoles de la cripta, así como de la Virgen de la Merced. Estudió en la Escuela de Artes, Oficios y Bellas Artes de Barcelona (La Llotja) entre 1942 y 1949. En el año 1963 expuso en la mítica Galería Syra, que se encontraba en los bajos de la Casa Batlló.
El espectacular mosaico de la cúpula situada en el crucero de la cripta es obra del egarense Santiago Padrós i Elías, el mismo que llevó a cabo en 1947 el mosaico que decora el tímpano de la puerta del Seminario Conciliar, en la calle de la Diputació (tras el edificio histórico de la Universitat de Barcelona). Otros artistas que trabajaron en la polémica obra de San Lorenzo del Escorial fueron Luis Antonio Sanguino y Fernando Cruz Solís. El primero nació en Barcelona, pero su familia abandonaría la ciudad tras estallar la Guerra Civil. Y respecto al segundo, llegó a ganar por oposición la plaza de profesor de modelado en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi, tras lo cual pediría la excedencia. Acabó de docente en la de San Fernando (Madrid).
Como ven, contamos con algunas referencias barcelonesas de artistas que trabajaron en ese incómodo mausoleo erigido para mayor gloria de Franco. Muchas de ellas pueden verse, pues, sin necesidad de desplazarse a este valle de la sierra de Guadarrama. Sí. La sombra del dictador es alargada.