El debate del domingo pasado en Betevé y el de los candidatos a la alcaldía de Barcelona en RAC1, con Jordi Basté, han marcado una tendencia preocupante, no catastrófica de entrada, pero que podría serlo. Y es que, al final, estos espacios han pasado bastante desapercibidos. Lo de Miquel Iceta y el Senado ha sumado ruido, y eso después de mucho protagonismo de las elecciones generales del 28A y en paralelo a una campaña por las europeas que en Cataluña ha vuelto a tirar del procés, con los intentos de placar a Puigdemont especialmente por parte de las instituciones del Estado. Hay sin duda un alto riesgo de agotamiento, que podría traducirse en ignorar más de lo razonable las elecciones municipales, y eso sí que sería catastrófico para la ciudad, y no lo que Ada Colau dice que describen las críticas de sus adversarios.

Seguía el debate en RAC1 y escuchaba a la aspirante a la reelección como adjudicaba especialmente a Elsa Artadi, a Manuel Valls y a Josep Bou una descripción de la ciudad “catastrófica”. Y ahí parece obvio que Colau sobreactuaba en la línea de hacerse la víctima ante las críticas que todo alcalde que defiende el título debería asumir con más cintura y deportividad, pero sobretodo con argumentos y datos que desmientan los ataques, más que intentar descalificarlos emocionalmente y ya está. Escuchaba eso y pensaba en la poca repercusión real que está teniendo la campaña en los medios, y muy especialmente los contenidos de esas “cosas que interesan a la gente” que habitualmente se dice que no protagonizan el debate político, pero que en clave municipal es doblemente preocupante que no emerjan en el relato que los medios y las redes hacen de una campaña electoral.

He leído sobre el reggaeton de Colau, sobre la edad avanzada de Ernest Maragall, sobre el rifirrafe de éste con Jaume Collboni a santo de lo de Iceta, sobre la poca afición al metro de Elsa Artadi, sobre lo extraterrestre que parece Manuel Valls (hasta para sus votantes potenciales), sobre las excentricidades verbales y gestuales de Bou, y sobre lo desconocida que es la candidata de la Cup (Anna Saliente, por cierto). Pero, ¿y la críticas y alternativas a una gestión de cuatro años de Colau con los déficit evidentes que nos describen la ciudad de este mandato no como una catástrofe pero si como un proyecto frenado? Eso brilla por su ausencia en la mayoría de medios, y merece entornar un mea culpa en muchos rincones mediáticos, pero a la vez debe alertar a las fuerzas políticas que aspiran a relevar a Colau al mando, porque ya no les queda ni la mitad de la campaña para visibilizar que quizás catástrofe no la hay pero que alternativa al estado de cosas actual sí.