“Lo importante en la vida, no es el triunfo sino la lucha. Lo principal no es haber vencido, sino haber luchado.” Pierre de Coubertin. Esta cita viene a cuento de lo acaecido la pasada semana tras la sentencia del Tribunal Supremo que validó la empresa mixta del Área Metropolitana de Barcelona, revocando la sentencia del TSJC que daba la razón a las tesis del Ayuntamiento, empecinado en su lucha por remunicipalizar, en lengua más entendible nacionalizar, el servicio que gestiona Agbar. Una razón a medias porque había un voto particular que se posicionaba con la tesis que ahora bendice el Supremo.
La decisión judicial no ha gustado en el consistorio y, mucho menos, a la acaldesa Ada Colau. Sin embargo, el viernes lanzó una serie de acusaciones que si tiene pruebas debe acudir a las instancias judiciales o, en caso contrario, callarse, porque hay que saber ganar y hay que saber perder. Colau nos tiene acostumbrados a sus rebrinques cuando pierde, o lloros si la ocasión lo requiere, pero no vale todo, señora alcaldesa. Colau insinúa, nada más y nada menos, que los jueces amparan a los poderes económicos. Calificó la sentencia, sin ruborizarse, de “feudalismo judicial”. Eso sí, lanzó la andanada sin pruebas, con ese tono mesiánico que la expone como la gran defensora de los débiles.
En fin, después de más de cuatro años en el poder, Colau ha hecho caso omiso de sentencias que obligaban a readmitir a un guardia urbano, se ha pitorreado de los familiares que han visto como su gestión en el cementerio repartía los huesos de sus familiares enterrados en la runa, ha dado la espalda a los vecinos de los barrios que sufrían la inseguridad o ha pateado a los comerciantes y restauradores como si fueran una plaga.
Colau sólo sabe ganar, eso queda meridianamente claro. Y no acepta perder. El ataque de cuernos llega a límites insospechados. Un grupo de profesionales del agua, muchos de ellos ciertamente trabajadores de Agbar, le pidió una reunión. Inma Mayol, la nueva responsable del tema en el Área Metropolitana, los citó para este viernes. Eso fue antes de la sentencia. Ahora la reunión ha sido cancelada en una carta firmada por el concejal Eloi Badia. La carta de los profesionales era dura, pero la respuesta impresentable. Badia, en un tono chulesco, los despide con cajas destempladas afirmando, por ejemplo, que es iniciativa ciudadana la consulta para la remunicipalización del agua. O Badia es de otro mundo, o miente descaradamente. La iniciativa fue impulsada por entidades bien regadas por dinero público de las que él mismo formó parte, en un proceso de recogida de firmas que vimos en vídeos que dejaba bastante que desear. Sin embargo, Badia, que por cierto aún no ha dimitido, argumenta que el ayuntamiento nada tiene que ver con esta consulta y que no hay prejuicio ideológico. Y acaba: “Consideramos que no es necesario mantener ningún encuentro posterior”. Y olé, podría haber concluido.
Hay que saber perder, y Colau y Badia no saben. Decir que Agbar controla el Supremo es una grave acusación. Si Colau así lo considere, que lo demuestre. El problema es que es simplemente una excusa de mal pagador para esconder una derrota y una mala gestión. Y lo de Badia es infumable. Podría dar la cara, recibir a estos profesionales y expresarle su opinión. Pero, quizás Badia no los recibe porque no piensan como él. Eso se llama ser un buen demócrata. De pacotilla, claro. Podría leer a Pierre de Coubertin. Colau también.