El pasado viernes 62 nuevos jueces recogieron sus despachos en la Escuela Judicial de Barcelona en un acto en el que, por primera vez, no se pudo contar con la asistencia del Rey.

La excusa dada por el Gobierno no solo es poco creíble, sino que suena a mentira desde la primera sílaba. Según la vicepresidenta Carmen Calvo la ausencia se ha circunscrito a “razones del día a día”. La vicepresidenta aludía también a la Constitución para excusar la decisión del Gobierno, pero se olvidaba de que en España la justicia se imparte en nombre del Rey porque así lo decidimos todos en la Constitución. ¿Qué sentido tiene entonces apartarlo del acto de recogida de despachos? El sentido solo puede ser político. Sin lugar a dudas.

Desgraciadamente, Barcelona vuelve a perder institucionalmente por los pactos de Sánchez con el separatismo. El eterno equilibrio de los socialistas con los separatistas hace mella una y otra vez en la presencia de las instituciones en Cataluña. Y esto precisamente es lo que quiere el separatismo. La estrategia es sencilla y no la esconden lo más mínimo. Sin embargo, algunos parecen no haberse dado cuenta todavía. He podio leer que algunos se quedan tranquilos afirmando que todas las instituciones catalanas son también españolas, pero el debate no va de eso. El nacionalismo busca expulsar cualquier símbolo de España en Cataluña, y poco importa de donde emane su poder o su autonomía.

Sabiendo pues lo que pretende el separatismo...¿Es de recibo entonces que ceda el gobierno de España en cuestiones como estas?

Particularmente soy de los que cree que no todo vale. Es cierto que este gobierno cruza la línea roja una y otra vez sin despeinarse, pero habría que empezar a levantar la voz porque no todo vale. No todo vale para aprobar unos presupuestos. Ya basta de que Cataluña sea moneda de cambio constante. Algunos parecen haber encontrado el espacio para iniciar la discusión entre monárquicos y republicanos, pero este debate no va de eso. Este debate es entre constitucionalistas y aquellos que quieren debilitar o deteriorar nuestro Estado de Derecho atacando a las instituciones del Estado en beneficio de quienes quieren destruir nuestro país.

El ataque sistemático a la Corona es un ataque deliberado a nuestras instituciones en el que caen políticos que son incapaces de darse cuenta del juego secesionista. Parece que la llamada del Rey a Lesmes, Presidente del Poder Judicial, para comentarle que le habría gustado estar en la entrega de despachos ha irritado a muchos. Ver a Garzón afirmando que “la posición de una monarquía hereditaria que maniobra contra el Gobierno democráticamente elegido, incumpliendo de ese modo la constitución que impone su neutralidad, mientras es aplaudida por la extrema derecha es sencillamente insostenible” es a todas luces una burda justificación de quien no entiende el fondo del debate en el que nos encontramos.

El objetivo es la erosión de las Instituciones Españolas, que nos representan a todos a día de hoy nos consideremos o no monárquicos. Esto deberíamos explicárselo también a Jaume Asens, diputado en las Cortes que fue teniente alcalde de la ciudad de Barcelona y que contaba entre sus méritos con haber defendido públicamente a Rodrigo Lanza, que recordemos, dejó paralítico a un guardia urbano de Barcelona y que a día de hoy está condenado por haber cometido un asesinato ideológico. Asens, el mismo que recomendó a Puigdemont huir de España, considera fantástico que el Rey no vuelva más a nuestra tierra porque considera que el discurso del Rey del 3 de octubre fue un despropósito.

La verdad es que nunca he sido capaz de entender como es posible que representantes políticos de un partido que está en el Gobierno de España sean incapaces de agradecer al Rey las palabras del 3 de octubre. En ese discurso mantuvo la neutralidad institucional defendiendo la Constitución, y si Asens no quiere verlo, viendo su recorrido político y las simpatías que profesa hacia separatistas de relevancia podríamos afirmar que en sus palabras hay algo más que un republicanismo militante. 

Barcelona es la segunda ciudad de España, y desgraciadamente hace años que adolece de falta de presencia del Estado. Es imperativo no ceder al separatismo en esta cuestión. Es necesario que el Rey venga más a Cataluña. Y el presidente del Gobierno. Y el jefe de la oposición. Todos.

Los separatistas han tratado de poner en jaque al Rey, pero el jaque, no siempre acaba en jaque mate. Depende de nosotros. No podemos permitir este proceso de aislamiento permanente del resto del Estado. Debemos entender qué quiere el separatismo y darnos cuenta de que, si no lo impedimos, el desapego cada día será mayor. Quieren conseguir que sintamos todo lo que suene a español como algo lejano para que, mediante su bombardeo incesante desde todos los medios que dominan creamos que su realidad paralela es también la nuestra. El gobierno de España no puede volver a ceder, y el gobierno de la ciudad debe entender de una vez la dimensión del problema al que nos enfrentamos. Debe abandonar la pequeñez de miras que le ha caracterizado hasta la fecha y debe jugar un papel fundamental, no solo en la potenciación de la ciudad, sino también en la derrota del separatismo.