La Barcelona de la Rosa de Fuego por la que tanto ha luchado Ada Colau se ha convertido otra vez en un criadero de capullos que se dedican a quemar y destrozar bienes públicos, a saquear comercios, a asaltar viviendas ajenas, al vandalismo, al negocio de los narcopisos, a la falsificación y venta ilegal de mercancías, y a la organización de ataques contra la policía. Amamantados, mantenidos y entrenados en cubiles y antros antisistema, falsas asociaciones culturales, supuestos ateneos y otros refugios de delincuentes habituales, su aportación a la sociedad y a la sanidad consiste en sembrar el caos y en espantar a la ciudadanía trabajadora y honrada.

Se dirá que estos altercados contra la convivencia también han tenido lugar en ciudades tan limpias, ordenadas y distintas como Logroño o Burgos. Pero en ninguna manda una activista con antecedentes de okupa, de desobediencia a la autoridad, de boicotear mítines de otras ideas políticas, de impedir la libre circulación de parte de la ciudadanía, de enaltecimiento del anarquismo violento, de apología del anticlericalismo y de sectarismo totalitario, entre otras virtudes tan revolucionarias que acaban siendo idénticas a los fascismos. Después de años de malcriar cuervos italianos violentos en la Vila de Gràcia y serpientes guerrilleras a lo vasco y carlista en otros barrios, Colau ha logrado unificar en noches de fogatas a anarquistas, antisistema, okupas, ultraderechistas, fachas, menas, manteros, marranos de Arran, hinchas futboleros, tropa de los CDR que llevan semanas en paro, bandas macheteras, cuperos humillados por sus jefes acosadores, independentistas de salón resentidos y engañados por aquel tsunami, y otras especies de más de cuarenta ladrones.

Apretad, apretad, animó su vecino inhabilitado a las huestes de feligreses agresivos sin darles tiempo a que llegasen a Barcelona las fuerzas rusas acuarteladas en los burdeles que van desde La Jonquera hasta Castelldefels. Y eso que la alcaldesa comunera puso su granito de arena creando su propia milicia popular más enfurecida mediante aumentar impuestos, no evitar el incremento de desahucios, arruinar a la hostelería, ahuyentar al turismo, despreciar al pequeño comercio, despilfarrar millones desviados a entidades y a empresas afines a su causa y a su lobby, contratar a compañías de mala reputación y ética cero… No es raro, pues, que ahora hayan interpuesto una querella contra ella y sus cómplices en el poder municipal y en la especulación okupa por presuntos delitos como coacciones, extorsión, prevaricación, infidelidad de documentos públicos, cohecho, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas a funcionarios públicos y usurpación de atribuciones. Puede que todo acabe en nada, pero por mucho menos hay gente de su costra y otras parecidas a la que no le llega la camisa al cuerpo y anda como estreñida.

Noticias positivas son que no habrá su irrespetuoso pesebre de cada año en la plaza Sant Jaume. Y que, como disolvió la unidad de antidisturbios de la Guardia Urbana, nadie podrá impedir que alguien derribe el gran truño de piedra que ha depositado en la parte trasera del Ayuntamiento. Otra prueba de que aprieta, Ada, aprieta…