Ada Colau y su concejala allegada Laia Ortiz no devolverán el cincuenta por ciento del IBI a las familias monoparentales, viudas y viudos. Ni tampoco a las “mono-marentales”, ya que no existen en el lenguaje feminoide inclusivo, aunque son la mayoría. La rebaja del IBI, que se retornaba una vez pagado de antemano, era una pequeña ayuda a las familias en apuros que tienen pisos en propiedad y, especialmente, a los de vivienda social y protegida. Suponían, aproximadamente, una media de 300 euros anuales, que eran como una bufanda prenavideña para menos de mil hogares. Era la misma ayuda que mantienen otros municipios del Área Metropolitana de Barcelona. Pero la rapiña fiscal de Colau y de su concejala con tantos cargos, sueldos y contratos a repartir como Derechos Sociales, Justicia Global, Feminismos, LGTBI e Instituto Municipal de Servicios Sociales comunican a las víctimas de su gestión que: “la situación de excepcionalidad y emergencia sanitaria provocada por el Covid-19 y el impacto de sus efectos en Barcelona inciden directamente en la prestación de servicios y en la actividad municipal”.
Como el número de familias afectadas supone pocos votos y son personas nada conflictivas, retornarles parte de lo que han pagado supondría una cifra muy inferior a los casi 400.000 euros que Ada acaba de pulirse en unos pedruscos de una amiga, que llama obra de arte, y que rememoran una derribada cárcel de la Segunda República que ya nadie recuerda. Otro monumento a la manipulación, la falsedad y el cinismo es la carta que han recibido las familias perjudicadas. Con frases como: “se trabaja para poder hacerlo el año que viene en función de las disponibilidades presupuestarias y la evolución de la pandemia”. “Para paliar la situación de vulnerabilidad de las personas y familias con rendas más bajas. Se dispone de 17.000 tarjetas monedero Barcelona Solidaria para adquirir cualquier producto de necesidad básica (comida, ropa, material escolar...)” Es decir, que les remiten directamente a la caridad pública con unos bonos semejantes a los de cultura, que han sido otro fracaso indigno.
Una rebaja del IBI también la pedían comerciantes, restauradores y hosteleros sin éxito alguno. Por el contrario, la peña comunera continúa subiendo más y más impuestos bajo mano, y desde el agua hasta los nichos. De cara al año nuevo, convocan ayudas y subvenciones de más veinte millones de euros para proyectos, actividades y servicios que serán adjudicados a dedo a entidades y empresas del holding comunero. Con 375.000 euros en publicidad para sus medios digitales de agitación y propaganda. Otro cuarto de millón para adoctrinar a menores y adolescentes en derechos humanos y diversidades sexuales, y financiar a una secta de historiadores de extrema derecha. Enloquecida por una espiral de despilfarro y de regalos caros y descarados, Colau da un paso atrás en las ayudas a madres, padres, viudas y viudos que sostienen una familia en solitario. No le afecta. Ella y su costra se montan un futuro más que arregladito. Al estilo Galapagar, pero en provinciano.