A nadie se le escapan las dificultades que atraviesa nuestra ciudad en materia económica ni la decadencia en la que está instalado nuestro modelo productivo. Sin embargo, tras meses de malas noticias, parece llegar una brizna de aire fresco en materia económica.

Nuestra ciudad, sumida en una crisis sin precedentes parece que desea emprender de nuevo el vuelo. Esta semana pasada, en Barcelona, se ha celebrado el “Barcelona reAct”. Un evento que ha consistido en jornadas de trabajo que han contado con la colaboración de entidades públicas y privadas con el objetivo de debatir sobre cómo debe ser la reactivación de la economía de la ciudad.

Ver por fin de la mano a empresas de primer nivel compartiendo experiencias con gente del mundo del conocimiento y de la administración pública, no sólo es un punto de partida inmejorable para dar un impulso crucial a la economía de la ciudad, sinó que es una novedad que debería producirnos una inmensa alegría. Parecía impensable hace unos años que con Ada Colau al frente del consistorio pudiera salir adelante un acto de estas características.

La alcaldesa de Barcelona se ha movido en demasiadas ocasiones guiada por sus prejuicios ideológicos, y eso ha supuesto un prejuicio importante para la ciudad. Es difícil imaginar a una persona que siempre ha mostrado aversión hacia el capital y la empresa liderando un proceso de renovación del modelo productivo de la ciudad. Es imposible que desde sus apriorismos sea capaz de entender los cambios que necesita la ciudad para volver a ser tierra de oportunidades. Pero ya no sólo es un tema de ser capaz de tener la visión suficiente para plantear los cambios necesarios, sino que, al haber estado durante años tratando con desdén al mundo de la empresa, parece casi imposible que el sector empresarial de nuestra ciudad pueda tomarla como interlocutora para nada.

El problema principal es que los comunes nunca han entendido que para redistribuir riqueza hay que crearla. No han entendido que Barcelona necesita volver a ser el motor económico de España, y eso sólo se consigue teniendo muy claro qué tipo de relación debe tener el sector público con el sector privado. La relación no puede ser la que se desprende de las palabras de nuestra alcaldesa. No puede ser la de desconfianza mutua.

Al final, en la relación de la administración con el sector privado hay varias opciones. Tres en concreto y de forma genérica, si se me permite la simplificación. La opción de los comunes que pasa por dinamitar todo lo que suene a sector privado generando un decrecimiento evidente de nuestro producto interior bruto. La opción liberal conservadora que encarnan aquellos que desean privatizarlo todo y que con sus políticas acaban favoreciendo la especulación que beneficia a una minoría sobre la inmensa mayoría. Y por último la opción centrada que busca un equilibrio eficiente entre el sector público y el sector privado. Una vía que busca sinergias para conseguir que el crecimiento de nuestra economía sea beneficioso para todos.

Diferentes tradiciones filosóficas han abundado en la conjetura de que en el punto medio está la virtud. Pues justamente eso debería guiar la acción de nuestro gobierno. Afortunadamente parece que la presencia de los socialistas en el Ayuntamiento de la ciudad garantiza ese punto medio que permite que sucedan cosas como las de esta última semana. La celebración de un evento de cuatro días en el que se han producido los debates pertinentes para relanzar la economía contando con todos los agentes implicados en el proceso.

La reinvención de nuestro modelo económico es algo urgente. El mundo está cambiando y, tal como comenté en mi primer artículo para este medio (Barcelona-Tel Aviv) tenemos la obligación de centrar nuestros esfuerzos como ciudad en ese cambio de modelo intensivo en conocimiento. Ver que eso está en la agenda es un motivo de esperanza. Barcelona puede vivir un punto de inflexión tras la pasada jornada si realmente es capaz de utilizar todo el conocimiento generado y contrastado en el Barcelona reAct.

El Ayuntamiento por boca de Jaume Collboni ha tendido la mano a todos los que quieren avanzar. A inversores, al talento, al emprendimiento, a los artistas, a los creativos, a la investigación…a todo lo que puede hacer que Barcelona vuelva a ser la ciudad emprendedora que siempre ha sido. Ésta, probablemente sea la mejor noticia de los últimos meses. Ver a Jaume Collboni tomar las riendas de la recuperación económica de la ciudad es el contrapeso necesario que necesitamos frente a los desmanes de Ada Colau.

Barcelona parece haber recuperado la voluntad de volver a ser motor de prosperidad. Una prosperidad basada en el talento y la tecnología. Centrada en el objetivo de conseguir un crecimiento sostenible e inclusivo que permita reducir la desigualdad. Este es el camino. Un camino que debe estar apartado de los sectarismos ideológicos habituales. Un camino que debe estar marcado por el pragmatismo, teniendo en cuenta que las grandes líneas ya están fijadas. Barcelona puede y debe conseguir ese crecimiento inclusivo, competitivo, sostenible y equitativo. Solo de ese modo construiremos un modelo de ciudad que responda al sueño europeo que tanto ansiamos.