Sant Andreu, uno de los feudos controlados por Ada Colau, está que trina con la alcaldesa, con Eloi Badia (concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica) y, sobre todo, con Lucía Martín, la regidora del distrito. El nuevo sistema de recogida de basura, puerta a puerta, genera mucho rechazo entre los vecinos de Sant Andreu, que se sienten ninguneados por la falta de información y la introducción de un chip que, entienden, vulneran su privacidad.
Martín y Badia, dos de los políticos más talibanes del gobierno de Colau, tienen un problema en Sant Andreu. Explicaron mal y tarde los cambios. Y lo hicieron a las entidades amigas, como la Asociación de Vecinos de Sant Andreu de Palomar. Este jueves, en la plaza de Orfila, unas 200 personas expresaron su malestar con gritos de “Colau dimisión” y “Aquest ajuntament menteix a la gent”.
En Sant Andreu se manifestaron vecinos del barrio, mayoritariamente, de avanzada edad y votantes de izquierda. Entre ellos, algunos que confesaban haber votado a Colau en 2015 y 2019. Ciudadanos que recriminan a la alcaldesa que no les haya escuchado y que, en algunos casos, esperaron más de una hora para poder desprenderse, la semana pasada, de algunos pañales.
El malestar de muchos vecinos de Sant Andreu no es un asunto baladí. O, como mínimo, no debería serlo para los comunes. En Sant Andreu fueron la fuerza más votada en las elecciones de 2019, pero su obcecación puede pasarle factura a la alcaldesa, que en 2015 ya perdió un distrito tan significativo como Nou Barris.
En Sant Andreu, Colau no tiene un problema con las grandes empresas ni con vecinos de clase alta. Se ha pegado un buen castañazo. Tiene enfadados a muchos vecinos que lamentan su falta de diálogo con las principales entidades y asociaciones del barrio. Y, sobre todo, tiene soliviantadas a personas con pocos recursos y de movilidad reducida. Tiene, en definitiva, un problema de base. Mal asunto.