Esta última semana, por razones que no vienen al caso, he conocido de primera mano el desamparo de muchas familias que tienen un hijo con un trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o con un trastorno del espectro autista (TEA). De entrada, tienen que explicar una y otra vez, y otra, qué son tales trastornos y enfrentarse a la ignorancia y la incomprensión. Pero no hablo de la ignorancia y la incomprensión de una persona de a pie, que no tiene por qué conocer en qué consiste o qué significa un TDAH o un TEA, sino en el más grave asunto de enfrentarse a un director de instituto, a un tutor de la escuela, a un coordinador pedagógico, a un simple profesor, que no sabe ni lo que es ni lo que implica, y no parece preocuparse por ello. Los padres tropiezan con un muro impenetrable que mezcla en sádicas dosis la incompetencia, la burocracia, la desidia y el desconocimiento.
Las más de las veces, las escuelas esgrimen los recortes y la falta de medios como excusa. Callan que los profesores podrían hacer mucho, y bien, con aplicarse a ello, sin ningún derroche de medios. Disponen de directrices pedagógicas publicadas por el Departament d’Educació y por muchas otras instituciones públicas, privadas y semipúblicas. No seré yo, precisamente yo, quien niegue el mucho daño que han hecho los recortes, pero permítanme señalar que gran parte de las medidas que solicitan los padres de estos niños no tienen otro coste que la voluntad de los miembros de la escuela. Es muy cierto que todavía quedan maestros que se informan y procuran adaptarse a los niños con TEA y TDAH, pero no es menos cierto que el número de los que se sacuden la responsabilidad y se hacen el sueco no es precisamente pequeño, y que los organigramas y protocolos escolares o de ayuda social no ayudan en nada a los padres ni, por supuesto, a los niños.
Esto es muy serio. Los padres que pueden permitírselo acuden a soporte psicológico y educativo fuera de las aulas, pero ¿qué sucede con los que no pueden permitírselo? En estos casos, están vendidos. ¿Para qué están la escuela pública y todas esas otras instituciones públicas de política social o sanitaria? Para garantizar la igualdad de oportunidades para todos. Y eso exige atender a cada uno según sus necesidades, no a todos igual, para que puedan dar lo mejor de sí.
He recogido testimonios asombrosos de familias que se enfrentan a escuelas que consideran más importante cumplir un protocolo escolar que ayudar a un alumno, y no son testimonios excepcionales, sino habituales. En muchos casos, son las familias las que tienen que asesorar a las escuelas sobre el trastorno de sus hijos, porque, por alguna extraña razón que no acierto a explicarme, los responsables de la educación de esos niños ni conocen ni han oído hablar del TEA o del TDAH. "Es agotador", me confiesa un padre. "La escuela se convierte en parte del problema en vez de ser parte de la solución", añade. Otro me dice: "uno espera encontrar en la escuela ayuda, asesoramiento y conocimiento sobre el tema, pero la realidad es que no se nos ofrece nada de eso y que educar a nuestro hijo se convierte en una carrera de obstáculos". Un tercero señala que, al tener que tratar —es decir, "pelear constantemente"— con la escuela sufre "una enorme sensación de incomprensión, soledad y abandono".
El trato que reciben de las instituciones públicas y del sistema educativo tanto los niños con TEA, TDAH u otros trastornos semejantes como los padres o sus familias es un síntoma. Un síntoma de que algo hace ya tiempo que no funciona.
Cabe pensar que los recortes que se aplicaron tan salvajemente no sólo afectaron a los medios materiales, sino también a los medios humanos, a su empeño y voluntad de servicio. Es una impresión que acude a mi cabeza cada vez que tropiezo con asuntos como el que hoy les he descrito. Y es una pena, porque son muchos, pero muchos, los que, desde el anonimato y sin recompensa, consiguen que esto aguante, no sabemos muy bien cómo.
Suerte que las autoridades han tomado cartas en este asunto y vamos a vacunar a la selección de fútbol, porque nos representa. La madre que los parió.