Debe de ser inquietante para la cuadrilla de rojillas/os de salón y de las turbias oenegés que acaudilla Ada Colau ver cómo el pueblo llano se levanta contra la nueva casta municipal y exige la dimisión del pelotón de las/os torpes compuesto por Janet Sanz, Lucía Martín y Eloi Badía. Un trío de los empastres que todo lo que tocan o hacen lo convierten en un destrozo, un caos, un lío o un barullo. Tal es así, que las masas a las que prometieron un paraíso verde y feminista se van cansando de tanta incompetencia, mentira, prepotencia, enchufismo, negocios bajo mano y otros actos y actitudes más propios de la era del alcalde Porcioles. Pasa también, que el lema de las comunas que reza “Arrogancia sin límites. Sectarismo rabioso. Ignorancia enciclopédica” cansa tanto que aquellas llamadas confluencias son ahora acequias que se secan y van a dar al desierto.
Debido a todo ello, Colau ha elevado otra cortina de humo para encubrir sus vergüenzas y desvergüenzas. Consiste en querer asaltar la sede de la Jefatura de Policía de Via Laietana para convertirla en un museo sobre la tortura. Sabe que no puede ser porque el edificio pertenece al Ministerio del Interior y la nula simpatía entre Colau y la policía es mutua. Entretanto, la alcaldesa y sus revolucionarias/os podrían comenzar por hacer pequeños museos de la tortura en más de veinte edificios de Barcelona que fueron checas donde se torturaba a opositores, desafectos y disidentes del régimen republicano. Como había más de veinte en todos los barrios, distritos y hasta en tres buques prisión amarrados en el puerto, los museos de la tortura quedarían justa y equitativamente descentralizados tanto en los barrios pobres como en los ricos.
Además, el proyecto de memoria histórica de la tortura en las checas ennoblecería edificios tan relevantes como varios conventos, el chalet y los jardines de la Tamarita, el Seminario de la calle Diputació, el chalet de la calle Muntaner, el Bar Términus del paseo de Gràcia, el Palacio de Arte Moderno, el Palacio de las Misiones, el Círculo Ecuestre, el Hotel Colón, la Fábrica Nestlé y allí donde desembarcan los turistas de los cruceros, honrando la memoria de los buques prisión Uruguay, Argentina y Villa de Madrid, entre otros lugares más discretos y menos destacados.
La lista y la ruta detalladas de las checas que pertenecían al Servicio de Información Militar, a la FAI, a la CNT, a ERC, al PSUC, a los agentes del KGB, al PCE y hasta al PNV, se puede encontrar en el libro Chekas. Las prisiones republicanas (LibrosLibres), obra del periodista e historiador César Alcalá. Nacido en Barcelona pero fascista imperdonable e indeseable a ojos de la alcaldesa, sus concejalas y sus asesoras/es. Quizá porque todas las personas que fueron a dar a las checas habían sido previamente espiadas y denunciadas al margen del sistema judicial y sin derecho a defensa. Algo así como lo que ya empiezan a hacer las/os agentes de Colau hurgando en las basuras de ciudadanas/os libres de toda sospecha. De momento.