Hace unos días, en este mismo periódico, entrevistaron al arquitecto Josep Acebillo. Todo un personaje, con un bagaje a sus espaldas digno de consideración. Fue director de Proyectos Urbanos del Ayuntamiento de Barcelona, director técnico del Instituto Municipal de Promoción Urbanística y del Holding Olímpico y más tarde, arquitecto jefe del Ayuntamiento de Barcelona. ¡No está mal! En pocas palabras, estuvo al pie del cañón cuando Barcelona se transformó de arriba abajo con la excusa de los Juegos Olímpicos y pocas personas como él pueden hablarnos del urbanismo de nuestra ciudad con tanto conocimiento de causa. Si no se han leído la entrevista, léanla, porque vale la pena.
Luego podrán ustedes estar o no estar de acuerdo con lo que dice. Es normal que así sea. Opina sobre temas polémicos: el Aeropuerto, la reordenación del Eixample, el tranvía… Pero fíjense que su opinión responde a muchos años de experiencia acumulada, combinada con los conocimientos en urbanismo y arquitectura urbana. Hay opiniones y opiniones, y la del señor Acebillo es de las que uno tiene que considerar. Si por un casual quisieran discutir su parecer, tendrían que realizar un esfuerzo intelectual y emitir argumentos razonables, esgrimir datos y sostener un discurso coherente. Aunque no llegasen a un acuerdo, una conversación inteligente con el señor Acebillo sería como una lección magistral sobre el urbanismo de Barcelona. Ése es el verdadero arte de la discusión, en el que todos salen ganando.
Se echan de menos los discursos razonados y razonables. Al menos yo los echo de menos, no sé ustedes. Qué queremos hacer con nuestra ciudad y cómo hacerlo no puede ser una discusión de blanco o negro, ni tampoco una exhibición de ocurrencias sobre la marcha. No es un concurso para ver quién es más guay del Paraguay. Qué ganas tienen todos de un gran proyecto "que devuelva Barcelona al mapa". Perdimos la Agencia Europea del Medicamento y perdemos nuestra potencia cultural a pasos de gigante y eso no lo solucionarán unas olimpiadas del invierno, aunque pagaría por ver los saltos de esquí en el Tibidabo.
En esto, como en todo lo demás, aspiramos a una utopía, pero tendremos que comernos la realidad con patatas. El juego de la política es un darse de narices una y otra vez con la diferencia entre nuestros deseos y nuestras capacidades. Josep Tarradellas decía que la política es la ciencia de lo posible. Dentro de lo posible, mejor que sea también razonable.
No sé si sabrán que el señor Acebillo provocó una cierta polémica cuando afirmó que el urbanismo de Barcelona, ahora mismo, está dando palos de ciego. Más concretamente, dijo que el "urbanismo táctico", tal y como lo interpreta el ayuntamiento, es una barbaridad. "[No es] nada que tenga relación con el urbanismo. Sólo tiene que ver con el oportunismo del populismo-demagógico que renuncia al discurso científico o académico riguroso en favor del relato emocional", dijo, y creo que se entiende.
Dicen que Janet Sanz, directora del Área de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad, responsable de las calles pintadas de colorines, pilló un berrinche cuando escuchó la opinión del señor Acebillo. Respondió acusando a las ideas del arquitecto de "recetas antiguas", pero no ofreció ninguna otra receta a cambio. Ninguna.
La señora Sanz puede no estar de acuerdo con el señor Acebillo, pero lo más trágico del asunto no es eso. Lo más trágico es que, cuando quiere llevarle la contraria, no hay ni plan ni receta ni nada más que cursilería, pijerío e improvisación detrás. Una pena. Porque la centralidad del Eixample no parece importar demasiado al Ayuntamiento de Barcelona, ni su futuro. El distrito ha tenido cinco regidores los últimos seis años. ¡No está mal!
Y hablando del rey de Roma, el perfil del nuevo regidor del Eixample, Pau González, no responde a las "recetas antiguas", sino a los innovadores aires del equipo de la señora Colau. ¿Qué aires son ésos? El regidor tiene 34 años, una licenciatura en Ciencias Políticas y de la Administración y su amplia experiencia profesional tiene que ver con ser monitor de un esplai y conductor del metro en los turnos de vacaciones. En septiembre también será regidor de Educación, otro ámbito en el que tiene un más que sobrado bagaje de conocimiento y experiencia.
Este periódico, con algo de retintín, lo llamó "becario" y se lió parda. Más de uno se sintió ofendido. Pero aquí está su currículum y aquí están sus declaraciones sobre el futuro del Eixample, llenas de lugares comunes y frases hechas. Como decía Nietzsche, parece profundo, pero en verdad es hueco.