Ada Colau y Janet Sanz dieron su brazo a torcer y se reunieron con Foment del Treball. Las recibió en la puerta Josep Sánchez Llibre, que mostró cordialidad y fair play aunque la concejal Sanz se presentará con una bolsa de promoción de las 'superilles'. El objetivo del presidente de la patronal era que la alcaldesa y su mano derecha escucharan de primera mano el cabreo del empresariado barcelonés harto de no ser escuchado, y pasó por alto la infantilada de la segunda teniente de alcalde.
La alcaldesa siempre ha denostado al empresariado. El diálogo ha sido casi nulo, pero necesidad obliga y recibió a Sánchez Llibre en el ayuntamiento en el mes de octubre. Allí acordaron hablarse claro, decirse las cosas por su nombre en el marco de un diálogo bilateral hasta ese momento inexistente, que obligó al empresariado a hacer un acto de fuerza hace unos meses y que motivó un cambio de actitud de Colau. La escenificación se produjo en la sede de Foment. Comercio, vivienda, seguridad, limpieza, turismo, movilidad, agua, o urbanismo estuvieron sobre la mesa. Fue todo un trágala para Colau que ha descubierto, porque las encuestas aprietan, que hacer política es escuchar al diferente y que el cambio que Barcelona necesita no pasa por la imposición sino por el consenso, por los puntos de encuentro. No se alcanzaron en la reunión. Las posturas están muy alejadas y Colau constató que Foment le hizo una enmienda a la totalidad.
El empresariado no es el único que está poniendo el grito en el cielo, pero se atrevió a dar el paso acudiendo a la sede de Fomento porque se siente fuerte tras el acuerdo presupuestario y porque a dos años de unas elecciones muy inciertas más vale tender puentes que volarlos. Unos puentes que solo ha tejido en estos años Jaume Collboni, el líder de los socialistas, que a pesar de las discrepancias ha llegado a acuerdos con los sectores económicos más beligerantes con el consistorio. Es el interlocutor por antonomasia en un consistorio donde la alcaldesa para muchos ni está ni se la espera. Colau sabe que el descontento sube por momentos y son muchos los que están poniendo en duda la gestión, critican el modelo de ciudad y echan a faltar un proyecto de futuro. Quizá demasiados aunque, obviamente, lo niega pero por si acaso ha decidido romper su autarquía y mirar al exterior. En el caso de la patronal, creando comisiones bilaterales para abordar las discrepancias que no son pocas.
La reunión en Vía Laietana no es ningún punto de llegada, pero si un inicio. No tengo demasiadas esperanzas de que este diálogo se consolide porque Colau prefiere imponer aunque sea por la puerta de atrás, pero ya acumula demasiados fracasos en su gestión como apunta el Barómetro presentado este lunes y el tiempo apremia. Sánchez Llibre lo sabe y se mostró conciliador en la forma y contundente en el fondo. El presidente de los empresarios sabe que la confrontación Fomento-Ayuntamiento es un argumento de peso para los comunes que agitan la bandera con aquello de “si nos critican los empresarios es que lo hacemos bien”. El argumento es inconsistente --Yolanda Díaz ha pactado la reforma laboral con la CEOE, por ejemplo, y no se le han caído los anillos-- pero sirve para movilizar a un segmento del electorado. El problema para la alcaldesa y los comunes es que este segmento es insuficiente para ganar las municipales.