Barcelona no puede perder la oportunidad de celebrar los JJOO de invierno. La ciudad no puede permitírselo. No por una especie de nostalgia olímpica ni por una especie de necesidad de volver a ser lo que se supone que fuimos, sino porque no podemos permitirnos otro espectáculo grotesco de idas y venidas como el que vivimos con el tema del Aeropuerto.
Sin embargo, pese a que este tema no debe abordarse desde la nostalgia, ¿en qué cabeza cabe que Barcelona renuncie a unos JJOO? Barcelona respira espíritu olímpico por todas partes. Lo respiramos incluso quienes lo vivimos con 2 años y somos incapaces de recordar nada más allá del orgullo con el que nuestros padres y abuelos hablaban de la ciudad. Y ese espíritu se pega. Te sientes parte de una de las ciudades Olímpicas por excelencia. ¿Cómo siendo ciudad de referencia olímpica vamos a decir no de entrada a unos Juegos de invierno? No tienen ningún sentido.
Y lo peor de todo es que nuestro peor enemigo, como siempre en estos últimos años, somos nosotros mismos. El único riesgo de perder estos Juegos es que la discordia se instale en un proceso que debería funcionar como la seda.
El antiguo marco de debate progreso o preservación del medioambiente ha quedado superado gracias a los avances tecnológicos y al buen hacer y la concienciación de todos los organismos internacionales que plantean a día de hoy grandes eventos a nivel mundial. El que preocupa ahora es otro marco que debemos superar. El de no colaboramos con nadie que no seamos nosotros, tan contrario al modelo con el que Barcelona ha trabajado desde siempre.
Siempre es buen momento para recordar aquello que solía decir el alcalde Maragall: “Lo que es bueno para Barcelona es bueno para Cataluña y es bueno para España”. Barcelona, a diferencia de Madrid, que se ha convertido en una aspiradora de recursos de su alrededor, siempre ha operado en la lógica de la colaboración con su entorno. Y esto, en estos Juegos, pasa evidentemente pasa por trabajar codo con codo con el Gobierno de Aragón. Y eso debe hacerlo el Govern de la Generalitat. Deben pasar página, olvidar el rollo del procés, y recuperar cierta normalidad institucional con el resto de instituciones. De no hacerlo, si siguen en un marco mental que queda desfasado a pasos agigantados, seguiremos perdiendo oportunidades como la que perdimos con la ampliación del Aeropuerto. Ampliación que perdimos por las idas y venidas de un gobierno incapaz de afrontar la realidad. Incapaz de asumir que toca iniciar un nuevo tiempo.
No se puede seguir actuando movidos por lógicas nacionalistas y obviando las reclamaciones del mundo del deporte catalán. Es de sentido común. Esta vuelve a ser una gran oportunidad para Barcelona y para Cataluña. Que el sectarismo y el integrismo no la hagan descarrilar.
Evidentemente no se trata de unos Juegos como los del 92. Los juegos de invierno tienen un impacto más modesto, pero también suponen un desembolso mucho menor. En el caso de Barcelona el coste probablemente sería mínimo comparado con el que supuso la gran adaptación del 92. Barcelona cuenta ya con infraestructuras suficientes como para albergar este acontecimiento.
Respecto a los que recurren al argumento fácil de "¿Vamos a esquiar en la calle Balmes?", el modelo descentralizado que se plantea para esta candidatura no es un modelo extraño. Es el mismo modelo que se utilizará en los Juegos de invierno de Milán. La ciudad italiana será sede de los Juegos a los que da nombre pero las pruebas de nieve se realizaran en los Alpes, que por cierto, se encuentran a una distancia similar a la que se encuentran los Pirineos de Barcelona.
Podemos sentir cierta envidia sana del entusiasmo con el que se planteó el modelo italiano. No por un tema de recursos u oportunidades, sino porque en Milán han conseguido que el evento se reciba con los brazos abiertos. Sin dudas en el bloque de la izquierda que dirige la ciudad. Coalición por cierto prácticamente calcada a la coalición que gobierna Barcelona. Una coalición progresista y ecologista. Una coalición capaz de entender que los JJOO son una oportunidad maravillosa para cualquier ciudad del mundo. Oportunidad que Barcelona conoce mejor que nadie, cosa que hace aún más incomprensible que haya quiénes no tengan una posición clara respecto al tema.
Hay que hacer una apuesta decidida en este tema. Y si se quiere consultar a la ciudadanía que se le consulte. Pero a toda. No únicamente a la de los Pirineos. ¿Van a decidir ellos también por Barcelona?
Es cierto que muy probablemente haya ciudadanos que piensen que con la situación que se está viviendo en todo el mundo una consulta sobre los JJOO es una consulta que no tiene demasiada importancia, pero si desde la Generalitat deciden hacerla estoy convencido de que Barcelona votará claramente a favor de los JJOO de invierno. Porque somos, fuimos y seremos ciudad olímipica.