Para hacer frente al desplome progresivo de la tabarra de la Meridiana, que tan entretenidos ha tenido a los jubilados lazis durante los últimos dos años, ha emergido de entre las sombras la figura –a medio camino entre un hippy provecto, un heavy de pueblo y un superviviente de la familia Manson-- del inefable Freddi Bentanachs, antiguo militante de Terra Lliure --ya saben, el único grupo terrorista de la historia que se ha disuelto por su propio bien, dada la mala pata inverosímil de sus miembros, tan dados ellos a explotar con su propia bomba-- que se debe aburrir un poco ahora que se interna en la tercera edad y ha encontrado un poco de sano esparcimiento en unirse a los demás jubilators en busca de algo de jarana patriótica. La verdad es que se ha sumado al jolgorio cuando ya se va acabando, pero hay que reconocer que hace lo que puede para mantenerlo vivo. Y hasta se permite agarrar el megáfono para chinchar a los Mossos D'Esquadra que intentan empujar a los yayos hacia el corralito que les ha sido reservado para que puedan seguir gritando, pero sin interrumpir el tráfico.
Hace unos días, Freddi Krueger (perdón, Bentanachs) se vino arriba y les dijo a los polis que ya podían seguir poniendo multas si les apetecía, pero que no las iba a pagar nadie porque él sabía de buena tinta que esas multas las interceptaba Laura Borràs, alias La Geganta del pi (qué bonita pareja formaba la otra noche con Aragonès en la gala de los Gaudí: parecía una madre de familia con problemas de conciliación laboral que no hubiese encontrado canguro para la velada y se hubiese tenido que llevar al niño puesto), y las trituraba (no especificó si personalmente o si a través de un secuaz). Para ser policía, a veces, hay que tener mucho aguante. Tienes que bregar con una pandilla de carcamales airados a los que más te vale no tocarles ni un pelo y, encima, tienes que aguantar que un ex terrorista te cante las cuarenta y se burle de ti y de tu trabajo. Estoy seguro de que más de un mosso habría aporreado gustoso al señor Bentanachs, pero éste también es intocable, pues el régimen le trata con un respeto que no merece y hasta ha sido visto haciéndose fotos con el fugado Puigdemont. Así pues, a tragar, madero botifler.
Con las afirmaciones de Freddi llovía sobre mojado, pues aún nos acordamos de aquellas multas de la era Torra a procesistas varios que se perdían milagrosamente entre la comisaría y el departamento de Interior de la Generalitat. Ahora, eso sí, dicho departamento se ha apresurado a afirmar que las multas se procesan convenientemente y que Freddi habla por hablar, por darse aires, por disimular su condición de has been de la lucha armada. Me encantaría creerlo, pero…La verdad es que no sé de quién fiarme. La actitud del consejero con respecto al tema de los cortes de la Meridiana es, cuando menos, pusilánime. Sí, están prohibidos, pero van pasando los días y no vemos que la tabarra llegue definitivamente a su final. Puede que Freddi sea un bocachancla que, como dicen los franceses, pete plus haut que son cul, pero no sé ustedes, pero yo me imagino perfectamente a nuestra presidenta XXL del parlamentillo recogiendo las multas de marras y tirándolas a la basura.
El PSC, a través de su apósito Espadaler, ha dicho que tomará cartas en el asunto. O lo dijo hace unos días, puede que a beneficio de inventario. Todos sabemos que Borrás se gasta un estilo matonesco a lo Putin y que por (lo que ella cree que es) la patria está dispuesta a cometer cualquier atropello legal (en eso ha salido a Torra). Dudo mucho que se aclare en breve esta cuestión, que es de las que tienen bula en la realidad catalana, que es, como todo el mundo sabe, una realidad alternativa. No creo que haya otro lugar del mundo en el que cuatro abueletes que se aburren se dediquen a cortar el tráfico y se les permita. Y en el que un terrorista jubilado vaya de líder vecinal y se ponga farruco con las fuerzas del orden. Igual va de eso el famoso hecho diferencial…