Un grupo de personalidades, con el apoyo de 37.500 firmas recogidas en change.org, se ha dirigido al Ayuntamiento de la ciudad para solicitar añadir al nomenclátor de la ciudad un nombre: el de la alcaldesa Ada Colau. Asimismo, la iniciativa popular según cuentan las crónicas está dispuesta a sufragar entre los barceloneses una estatua conmemorativa de la alcaldesa que tuvo la vara municipal desde el 2015 al 2023.

La respuesta del consistorio dirigido por Jordi Sabater, bisnieto del primatólogo Jordi Sabater Pi, descubridor de Copito de Nieve en las selvas guineanas, no ha tardado en responder con una misiva que no ha sido del agrado de los peticionarios. “La reflexión central del pleno en torno a esta cuestión y que sustenta esta decisión que se ha tomado es que a pesar de que la figura de la alcaldesa Colau puede resultar amable y despertar nuestra empatía, al fin y al cabo, su tiempo al frente del Ayuntamiento fue el resultado de la decadencia de la ciudad y resultó ser la peor alcaldesa de la historia de Barcelona”, dice la misiva firmada por el alcalde.

“No se trataría tanto de rechazar el homenaje a la alcaldesa”, continua el escrito municipal “como el hecho de que no se debería esconder las contradicciones que la figura de la alcaldesa Colau y su gestión incorporan: es al mismo tiempo un vestigio de la dirección de la ciudad que actualmente rechazamos, aunque esté vinculado a la memoria sentimental de algunos barceloneses”. Y sentencia “por ello, el Consell no encuentra adecuada la propuesta de homenaje que se plantea. Considera asimismo que la propuesta presentada parece más adecuada para un espacio escenográfico que, propiamente un proyecto de arte público. Por todo lo anterior, el Consell rechaza colocar en el espacio público de Barcelona la escultura de homenaje a la alcaldesa Ada Colau”.

La desazón en el grupo promotor es monumental, pero los críticos con la vieja alcaldesa recuerdan que la ciudad tardó años en sobreponerse tras el fiasco de su bimandato negro. Quizá también el alcalde recuerde cómo la iniciativa para colocar una escultura dedicada a un símbolo de la ciudad como Copito de Nieve fue paralizada por Colau, aunque años después con el retorno de la normalidad de la vida municipal la estatua preside orgullosa los jardines del Parc de la Ciutadella, en la entrada del otrora Zoo de Barcelona.

En aquellos tiempos convulsos, el consistorio rechazó la propuesta porque recordaba el pasado colonial, sin tener en cuenta que el trabajo del primatólogo logró encontrar un ejemplar que fue icono de la ciudad y del que no se ha encontrado un ejemplar similar. Ahora, lógicamente el consistorio la rechaza siguiendo aquella ruta iniciada por la propia Colau de cerrar las puertas al bimandato negro que vivió la ciudad y sus habitantes, sobre todo, después de las mentiras que rodearon el proceso judicial por el que se la juzgó por “dopar” a entidades afines resucitando el clientelismo político que antes tanto había criticado. La exalcaldesa no tendrá ni estatua ni recordatorio en la ciudad porque hay tiempos que son para olvidar.