El concejal de Ciutat Vella Jordi Rabassa decidió que en materia de interculturalidad él es la única autoridad del distrito. Y la única voz. Se olvida de que las decisiones de gobierno deben ser compartidas.

Ciutat Vella siempre ha sido un lugar de acogida, de bienvenida a la ciudad, sin importar nunca la procedencia de sus nuevos vecinos y vecinas. En Ciutat Vella entendemos la interculturalidad como la mayor riqueza de nuestro distrito, a la vez que sabemos que presenta retos que deben ser afrontados con rigor y templanza.

Pero veamos los antecedentes. En julio de 2019, el PSC y Barcelona en Comú suscribieron un acuerdo de gobierno de izquierdas para Barcelona. Un acuerdo que abarca el modelo de ciudad que queríamos, y que incluye medidas en materia de diversidad cultural, religiosa y lingüística, entendidas siempre como una política integral y de ciudad.

De hecho, el Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado medidas de gobierno en este sentido, que van acompañadas de presupuesto para tener impacto real.

Así las cosas, Barcelona en Comú decidió sacar adelante a nivel de distrito una medida en la materia que gira en torno a la comunicación, lo que para nosotros no deja de ser un concepto distinto y distante con la realidad de las culturas que dan vida a Ciutat Vella.

Los principales retos de la amalgama de culturas que componen Ciutat Vella son de carácter socioeconómico. En pocas palabras, nuestros vecinos y vecinas necesitan un trabajo en condiciones y una vivienda digna. Necesitan que las Administraciones trabajen por erradicar la discriminación, por fomentar la integración y por facilitar su arraigo.

Desde el inicio de la preparación de esta medida de gobierno intentamos establecer (sin éxito) un diálogo para darle contenido la propuesta, y poder aterrizar en el distrito las medidas de ciudad. Pero no ha sido posible. Barcelona en Comú prefiere usar un vocabulario que tiene más voluntad de ser innovador, que no buscar soluciones reales a los problemas de las personas.

Este tipo de medidas de gobierno necesitan del mayor consenso posible, porque es un pacto que traspasa la ideología y los partidos.

Cuando partido socialista se desmarca de una medida de estas características lo hace por los valores que nos sustentan. Por la laicidad de nuestra sociedad, por la necesidad de diálogo ciudadano. Por la voluntad política de abordar los problemas específicos de Ciutat Vella, con medidas y proyectos concretos que tengan un impacto real.

Como vecina del Raval de toda la vida, he visto etapas duras, etapas de transformación, y etapas de lucha. Y desde mi parada en la Boquería sigo escuchando historias como las que escuchaba mi madre en el mismo lado del mostrador: relatos de lucha compartida por mejorar nuestras calles, nuestras condiciones de vida. No lo echemos a perder. Sentémonos, hablemos, y mejoremos de verdad la vida de nuestros vecinos