“Yo seré el candidato y estoy convencido de que no habrá primarias”, me responde Jaume Collboni, primer teniente de alcaldía del Ayuntamiento de Barcelona, cuando le pregunto si tiene asegurada la candidatura por el PSC en Barcelona. Matiza acto seguido: “Y si alguien quiere presentarse en mi contra, pues deberá utilizar precisamente ese mecanismo: las primarias. Pero creo que no habrá más candidatos”.
Con un 30% de la población barcelonesa que no le conoce, según el último Barómetro Municipal, Jaume Collboni ha salido del despacho, pisa más las calles, da conferencias y se deja ver por los medios de comunicación. Al fin, no es que se juegue la alcaldía, que tanto dice ilusionarle, es que ahora mismo ya está en juego su candidatura. El PSC amenazó con un sondeo antes de las vacaciones de verano para encontrar al mejor candidato. Miquel Iceta o la flagrante delegada del Gobierno, María Eugenia Gay, son nombres que han sonado con fuerza. Que Salvador Illa, en la reciente convención del PSC aclamara “Hay Collboni para rato”, y que Jordi Hereu sea el jefe del comité asesor de su candidatura a la alcaldía, señala que el candidato socialista puede continuar siendo Jaume Collboni, pero a la vez, que la candidatura necesita mejorar.
¿Quién fue el teniente de alcalde de Pasqual Maragall? ¿O de Joan Clos o de Xavier Trias? Ser el segundo en el gobierno municipal no facilita ser visualizado, si no se trata de un objetivo claro y contundente desde el minuto uno. “Somos exigentes y leales con el gobierno de los comunes”, añade Collboni. Difícil contemporización, que hoy por hoy no ha facilitado que la población tenga claro qué es responsabilidad de unos y de otros. “Se trata de un gobierno de coalición muy equilibrado: 55%-45%, y a la ciudad no le conviene el ruido de batallas políticas o salidas de tono, como las que se viven en el gobierno de España de manera continuada entre el PSOE y los podemitas”, puntualiza el teniente de alcaldía para justificar que no quieran salir del gobierno municipal y marcar perfil propio deliberadamente.
Les separan, por ejemplo, la posición respecto a las superillas. Collboni dijo sí a la ampliación del aeropuerto del Prat para facilitar la recuperación económica de Barcelona o al Museu Hermitage (antes de la invasión rusa a Ucrania) frente al no de Colau, También está a favor de que vengan a la capital catalana grandes festivales. El Primavera Sound estuvo en entredicho, y al final se ubicará (por ahora) una semana en Barcelona y otra en Madrid. Recordemos que hace unos años los titubeos colauenses hicieron peligrar el Mobile World Congress. Hasta un posible homenaje a Floquet de Neu se ha negado desde la alcaldía. A su favor, Collboni cita la gran exposición de Banksy (de iniciativa privada), que han visto miles de personas en el Disseny Hub, o haber conseguido que la Vuelta a España de 2023 empiece en Barcelona.
Después de decir no a los botellódromos, que sugiriera el Síndic de la ciudad, el hombre que quiere ser de nuevo el candidato del PSC en Barcelona, la pasada semana se presentó ante el Cercle d’Economia como un político serio y equilibrado, capaz de relanzar Barcelona internacionalmente. Y dando como buenas la nueva contratación para la limpieza que tanto preocupa a la población y la inminente ampliación de la Guardia Urbana para contrarrestar la falta de seguridad.
Collboni asegura que él está en el mercado. Veremos.