La reciente apertura del túnel viario de entrada a la ciudad bajo la plaza de las Glòries nos ha ofrecido una imagen desconcertante: un espacio viario sin coches. El tráfico provisional de la superficie del futuro parque ha desaparecido. Inconscientemente, esta imagen de paisaje urbano sin uso, pone sobre la mesa el próximo debate que debe generarse en este ámbito. Han pasado casi 15 años desde el acuerdo de Glòries que el Ayuntamiento y vecinos firmaron. Resulta inevitable revisar el grado de consecución de los compromisos adquiridos y especialmente interesante es ver hasta qué punto este espacio a medio configurar puede convertirse en un nuevo centro moderno de nuestra ciudad.
La larga lista de equipamientos pendientes de ejecución nos remite un modelo de parque urbano equipado e inacabado. Los planeamientos urbanísticos siempre van tarde y en contextos urbanos tan complejos están por no cumplirse. La lentitud asociada a estos procesos de transformación abrió la oportunidad de reformular la ordenación que planteamos en 2007. Se suprimió la vialidad interna del parque y se aumentó, eliminando algunos de los equipamientos previstos, la superficie del verde por si no era lo suficientemente grande. Vivimos tiempo de verdura. Los principios de la renaturalización, la desurbanización y la permeabilidad del suelo de las ciudades están desbocados. Acertados y oportunos, pero seguramente poco meditados. Hemos vuelto 30 años atrás a la ciudad de las jardineras, los parterres salvajes y las plantas de colores. A veces uno puede desubicarse paseando por el Poblenou y creer que está en la feria de Olot unas décadas atrás. La pasión verdificadora nos ha llevado a situaciones incluso cómicas, de enchovar verde entre motos y terrazas.
El verde de las Glòries es estructurante, pura infraestructura verde estratégica de ciudad, tiene tamaño de parque urbano y no vamos muy sobrados. No podemos cometer el error de tratar este gran parque como una sucesión de episodios de pequeña escala, de sobrecintas de recintos, de zona infantil y zona de vaya usted a saber qué con césped no pisable. La parte en funcionamiento del parque inaugurada y reinaugurada unas cuantas veces en tres años se ha resuelto de forma triturada: jaula de baloncesto, plazoleta, el Wimbledon barcelonés pisable con permiso…
Un error de escala que todavía podemos corregir. Parece que el espacio del parque de las Glòries se nos ha quedado grande y debemos resolverlo por división. Merecería la pena no cometer en este gran proyecto de ciudad los mismos errores del pasado en la resolución de nuestros espacios públicos. Debemos combatir la excesiva especialización del espacio público, su permanente parcelación por usos: niños, bicis, perros, runners,… Debemos recuperar la tradición cívica del espacio público compartido de nuestra ciudad. Evitamos la especialización, demos lugar a lo imprevisto ya la apropiación improvisada. No podemos dejar pasar la oportunidad de convertir la plaza de las Glòries en un espacio público de escala metropolitana. Un espacio de referencia por sus tamaños, su centralidad y el verde meditado. Si no reflexionamos a tiempo, pasaremos del parque de las Glories a unos hermosos jardines.