En un solo día de funcionamiento, en su primer día de actividad, más de mil personas llamaron al teléfono 024, el nuevo teléfono de atención a los intentos de suicidio, los pensamientos oscuros, los agujeros negros de la esperanza.

En cada llamada que atendieron los especialistas (psicólogos, psiquiatras y demás profesionales) al parecer estuvieron más de 25 minutos conversando con cada persona necesitada de un faro de luz. Muchas de esas llamadas acabaron siendo derivadas al servicio de urgencias del 112. ¿Hola?

Siguen existiendo tabús en relación con las enfermedades mentales. Demasiada gente, cuando escucha hablar de temas de esta índole, trata de mirar hacia otro lado. Son cosas que incomodan, que descolocan, que desorientan. Silenciamos socialmente el suicidio, lo disimulados, no lo verbalizamos de manera explícita.

Pero los expertos nos invitan a salir del armario cada vez que sintamos una tristeza demasiado duradera, cuando pasamos semanas e incluso meses instalados en un túnel oscuro. Hablarlo, compartirlo, exteriorizarlo. Ese es, al parecer, el primer e imprescindible paso para tratar de afrontar estas situaciones.

El otro día devoré (en muy pocas horas) el nuevo libro de Joan Piñol y Javier Sabin El aprendiz de farero. Su luz me ayudó a tratar de comprender un poco más tantas historias de malestares interiores, de zozobras íntimas. Desde sus imprescindibles páginas nos invitan encarecidamente a escuchar nuestras propias emociones. Pero nos advierten que no nos abandonemos a ellas, que no permitamos que nos secuestren. Cito a los autores: "Escúchalas, busca su origen y, una vez encontrado, valora con decisión si es el momento de hacer nuevos cambios". Lo cierto es que disfruté tanto de la obra escrita como de la presentación en La Casa del Libro de la Rambla de Catalunya. La charla-faro entre los autores y Agustín Pániker (alma sabia y editor de Kairós) me transmitió sensaciones y emociones muy cercanas a la serenidad. Comprender a menudo rima con una cierta paz.

Por lo tanto, a partir de ahora mismo, ya está activo el 024, el nuevo teléfono gratuito, anónimo y confidencial para prevenir el suicidio. Para hablar de él. Para compartir abismos y precipicios existenciales. Para no sentirse tan solos.

Estará operativo las 24 horas de cada día del año, ya que estas cosas no saben de calendarios ni fechas señaladas. Los laberintos del alma no tienen agenda. El Ministerio de Sanidad lo acaba de inaugurar, como servicio público, bajo el lema Llama a la vida.

Las cosas nunca se hacen solas, ni por generación espontánea. Al parecer se ha puesto en marcha después de múltiples peticiones de asociaciones, colectivos e incluso de formaciones políticas.

Con la pandemia se ha puesto de relieve, más que nunca, la urgente necesidad de garantizar todo tipo de políticas públicas que se refieran a la salud mental, ya que durante los momentos más intensos de la crisis del Covid, los intentos de suicidio en adolescentes aumentaron hasta un 27%.

Hablar, compartir, sacar a la luz, poner en común. Que no se nos olvide jamás: seguimos siendo seres sociales. No permitamos que gane la partida de la vida, el juego de nuestros días, la ley imperativa del individualismo salvaje.