De nuevo y a pesar de la ‘alta cocina’ a la que ha sido sometido el Barómetro municipal por parte de los comunes, se vuelve a poner de manifiesto que el principal consenso existente entre los barceloneses es que el primer y mayor problema de la ciudad es precisamente: Ada Colau.
Colau llegó predicando todo por y para el pueblo, pero lo único que hemos visto durante su mandato ha sido todo lo contrario, todo contra el pueblo, gracias también a la inestimable ayuda de los socialistas, socios de gobierno y corresponsables de la degradación que sufre Barcelona y que es más que evidente por todos.
Pero por si esto fuera poco lastre para la ciudad, ERC se ha sumado a cada una de esas políticas anti todo - es más fácil resumirlo así que empezar a enumerar el reguero de desastres, caos y pérdidas de oportunidades que ha dejado a su paso el tripartito de facto que ha mal gobernado la ciudad-. Barcelona es hoy la capital más insegura de España según todos los datos. Es donde se producen más robos con violencia, donde incrementan de forma alarmante las agresiones sexuales, donde proliferan los asentamientos ilegales y las okupaciones, donde las mafias han hecho de Barcelona la ciudad ideal para cometer sus delitos y donde ser incívico sale muy barato.
Con las restricciones provocadas por la pandemia, evidentemente, los delitos bajaron, pero con la vuelta a la normalidad, los guarismos se vuelven a disparar. Según los propios datos del Ministerio del Interior, los delitos en los que llevamos del 2022 se han incrementado en un 80% pero tanto a la alcaldesa como a sus socios estos datos les dan igual. La solución mágica es aparentar que no pasa nada, que todo es una “percepción equivocada” de los ciudadanos.
Colau y los suyos intentan “reeducar” a los barceloneses imponiendo su ideología, intentando aplicar el mantra que la sociedad del bienestar no es un derecho que deben garantizar quienes gobiernan sino un lujo al que no tenemos derecho a aspirar, mientras crecen sus redes clientelares y despilfarran dinero en publicitar lo bien que se lo pasa la alcaldesa en sus ratos libres mientras la ciudad languidece por su incapacidad de gestión. Sin ir más lejos, solo hace falta ver lo sucia que está la ciudad para comprobar cómo, a pesar de tener unos impuestos muy altos, tenemos peores servicios.
Barcelona necesita un cambio de ciclo urgente para paliar el actual desgobierno de la ciudad. Mientras comunes, PSC y ERC se dedican a pelearse a ver quién tunea mejor las encuestas, en Ciutadans nos dedicamos a plantear soluciones, y no a falta de un año para las elecciones sino desde hace años.
Como ejemplo les pondré el Plan Local de Seguridad con más de 60 medidas de aplicación inmediata que presentamos en septiembre de 2019 y que plantea medidas tan concretas como el aumento de hasta 1.500 efectivos de la Guardia Urbana, más recursos materiales para la policía local y un plan antiokupa y otro de civismo, porque en Ciutadans entendemos que sin seguridad y respeto no hay base posible para una buena convivencia.
Soluciones que solo requieren de voluntad política, pero durante esta legislatura no la ha habido, ni por parte del gobierno ni por parte de sus socios pero la irresponsabilidad de quienes han convertido Barcelona en el paraíso para los delincuentes y los okupas tiene fecha de caducidad.
En menos de un año, Barcelona tiene la oportunidad de iniciar un nuevo ciclo político, con políticas que reviertan la deconstrucción de la ciudad causada por el desurbanismo táctico, sean firmes con quienes no respetan la ley y busquen el consenso con propuestas y soluciones de proximidad basadas en la escucha activa de los ciudadanos y en el rigor que requiere la buena gestión.
Barcelona no puede caer en la alternancia de malos gobiernos, de modelos caducos. Hace falta una visión europeísta de nuestra ciudad, que potencie sus activos, que son muchos. Debemos aspirar a la mejor ciudad para todos. Porque queremos a Barcelona y porque hay una alternativa que, desde la responsabilidad, el orgullo de ser barcelonés, la coherencia y el trabajo del día a día con propuestas planteadas y trabajadas a pie de calle, barrio a barrio.
Nosotros no hemos caído en lo que, lamentablemente, han caído aquellos que deberían haber sumado desde la oposición estos tres años pero que prefirieron la foto a hacer oposición. Les puedo decir orgullo que mi voto, y el de mi partido, no sirvió ni para hacer alcaldesa a Colau ni para validar un presupuesto a Colau y al PSC que lo único que ha hecho es seguir degradando la ciudad impulsando su populismo y sectarismo.
Con Colau nada sirve y los barceloneses lo saben, así que por mucha ‘alta cocina’ que hagan con las encuestas, el verdadero Barómetro será en mayo de 2023. Nosotros lo afrontamos con ilusión y responsabilidad de ser el antídoto contra Colau, porque somos los ÚNICOS que hemos ejercido de oposición al gobierno municipal durante esta legislatura. Somos la alternativa consolidada para activar Barcelona. No hay más.