La gran pitada contra el concejal de la Vila de Gràcia, el espeluznante Eloi Badia, en el pregón de las fiestas mayores es otro indicativo de que la Barcelona progresista de verdad se ha propuesto acabar con el falso progresismo de la corte municipal. El año pasado, Ada Colau ya fue abucheada, soltó sus lagrimitas de cocodrila, y Jordi Cuixat, héroe de la república que no existe, idiota, salió a salvarla cual caballero andante anacrónico y patriarcal. Lo más significativo del esperpento de Colau y de la astracanada de su virrey Badia es que han tenido lugar en uno de los barrios más revolucionarios y republicanos de Barcelona.
La fama del carácter indómito de la ciudadanía de la Vila de Gràcia comenzó a forjarse en 1870. Fue cuando tuvo lugar la histórica Revuelta de las Quintas, una sublevación popular contra el sistema de recluta del ejército español. La respuesta militar fue bombardear Gràcia, que se mofaba del general Eugenio de Garminde mediante la mítica campana Marieta. La que no cesó de tocar para humillar al milico apodado General Bum Bum. Su venganza se saldó con más de veinte muertos y el saqueo de las viviendas. Gràcia había solicitado tres veces la independencia de Barcelona y a la cuarta la consiguió. De repetirse esa tradición histórica, a la cuarta pitada se habrán quitado de encima a Colau y su pandilla. Debido a su leyenda de indomable y levantisca, Gràcia fue uno de los barrios que más sufrió los bombardeos contra la población civil por la aviación de Mussolini. Así que, ahora, ni necesitan ni soportan lecciones ni pregones de progresismo de los impostores del progresismo.
Acallado por el pueblo el edil que todo lo que toca lo destroza, tomó la palabra la pregonera y activista Carla Carbonell. Predicó el mantra de las fiestas feministas, repitió la fábula de la invisibilidad femenina, relató la parábola de lo que sufrió por ser mujer joven, sermoneó sobre no comer carne cada día y profetizó que “entre todos nos estamos cargando el planeta”. Se calló, sin embargo, el hecho de que entre Colau, Badia, su costra municipal y activistas como ella se están cargando Gràcia y todo lo que pueden de los barrios de Barcelona. Así lo indica que la misma semana en que la pregonera se preocupaba por el planeta y la dieta, corrían a sus anchas los okupas del inmueble Tres Lliris y los de Nil Fabra, cuya cesión ha llevado a Badia a declarar ante el juez por presuntos delitos de prevaricación y malversación, y no dimite.
Además, se deja correr sin control y se facilitan espacios para actos antifestivos y turismofóbicos a los despojos de los marranos de Arran, otros grupúsculos antisistema, anarcoides italianos que hace años practican el turismo de barricada y enfrentamiento con la policía, vándalos locales y maleantes de todo pelaje. Por todo ello, Badía se trabaja el aristocrático título ingles de “mozo de las heces” (demasiado escatológico para aportar detalles) de Barcelona. Y Ada Colau, el de la sargento Bum Bum.