La crisis del agua, la crisis energética y los problemas geopolíticos dibujan un escenario complejo al que debemos hacer frente. El miedo a un invierno durísimo para toda Europa está acaparando el debate internacional de los últimos días y nos está haciendo a todos ser más conscientes que nunca de que tenemos un problema gravísimo.

Nadie que haya sintonizado el televisor o la radio en estas últimas semanas es ajeno a los diferentes retos que afrontamos. Cadena tras cadena las imágenes de pantanos a niveles de capacidad ínfimos suceden a imágenes de calor extremo en diferentes partes del globo. El problema atañe prácticamente al mundo entero, y ante un temor acuciante de sufrir unas consecuencias nefastas, tomar medidas se vuelve imprescindible.

Durante años hemos oído hablar de los riesgos del cambio climático, y durante ese tiempo, del mismo modo, hemos oído a quienes, viviendo instalados en el corto plazo han actuado como auténticos negacionistas.

Es cierto que a día de hoy, negar la urgencia de afrontar el cambio climático es casi imposible. Sin embargo, hay quienes se afanan por actuar como si la urgencia no existiese. O como si las medidas a tomar no debieran ser contundentes. Como si quedase tiempo para actuar. Y eso hace que haya mucha gente que se niegue a asumir la necesidad de apretarse el cinturón.

La retórica en política también es importante. Y los políticos deberían saberlo mejor que nadie.  Lo que dicen, sus actitudes, condicionan la opinión de muchas personas. Por eso es tan irresponsable iniciar guerras políticas en temas como éste. De hecho deberían saber que, en cuestiones de gran relevancia, tienen incluso un deber “pedagógico”.

El Gobierno de España ha tomado medidas para ahorrar energía y prepararnos para lo que viene. Ante eso las administraciones locales o autonómicas pueden afrontar todo esto de dos maneras. Ayudando o entorpeciendo. Ayuso en Madrid lo tiene claro. Frente a las medidas del gobierno que buscan ahorrar energía ha iniciado una guerra de declaraciones que tan sólo busca rédito político. No ha trasladado una sola contrapropuesta. Tan sólo ha activado la visión cortoplacista de siempre hasta el punto en que, sus diputados más fieles, entonan de nuevo aquello de “esto es comunismo” en referencia a las medidas del gobierno. Como si toda norma restrictiva fuese sacada del mismísimo manifiesto comunista que muy probablemente nunca han leído.

Afortunadamente, otros como la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyenhan aplaudido las medidas de ahorro energético puestas en marcha en España y otros Estados miembros de la Unión Europea, en particular la regulación del aire acondicionado, al señalar que contribuyen a los objetivos de la UE de cara al invierno.

En una serie de mensajes en redes sociales, la jefa del Ejecutivo comunitario ha puesto de manifiesto que las medidas de ahorro ya están en marcha en varios países europeos y, en concreto, ha indicado que fijar temperaturas "algo más altas" para el aire acondicionado consigue "resultados impresionantes".

Evidentemente para asumir medidas de este tipo es necesario hacer sacrificios. Pero es necesario algo más. Si queremos avanzar en la lucha contra el cambio climático es necesario mejorar la eficiencia energética de nuestros hogares, de nuestros comercios, de nuestras oficinas…

Y en esa línea se ha posicionado el Ayuntamiento de nuestra ciudad. Porque hay dos maneras de hacer las cosas. Poniéndose al lado de la gente y tratando de buscar soluciones o hipergesticulando y tratando de sacar rédito político de absolutamente todo. Aunque hacerlo sea irresponsable.

El Ayuntamiento de Barcelona anunció el pasado miércoles una línea de subvenciones de hasta dos millones de euros para que los comercios de la ciudad impulsen reformas para el ahorro energético, sobre todo con la instalación de puertas automatizadas en los locales situados a pie de calle.

Frente a los problemas es importante actuar con lealtad y con mirada larga. Todo lo demás es un mal negocio. Más aún cuando nos jugamos el futuro de todos nosotros. Hay que mirar la realidad a los ojos y ponerle cara.  Ya va siendo hora de que tomemos consciencia de lo que tenemos encima. Toca ir mucho más allá de ver cuatro documentales y de limpiar nuestra consciencia reciclando tres envases. Tocan esfuerzos colectivos y coordinados. Me alegro de que la bronca de algunos no paralice la acción de otros que tienen más claro que esto nos atañe a todos. Nos urge a todas.