Tras el verano, es habitual que muchos se pregunten cómo arrancará el curso político que empieza en septiembre. Para hacerlo a nivel micro no podemos dejar de fijarnos en cuál será la situación general en la que los diferentes partidos y gobiernos tendrán que moverse en los próximos meses.

Muy probablemente si tuviéramos que escoger un concepto que definiera el marco global que nos viene, el más acertado sería “incertidumbre económica”. Las instituciones europeas y los organismos económicos internacionales predicen como una sola voz un contexto de crisis para Europa los próximos meses.

Alemania y otras grandes economías europeas como Italia o Francia verán como sus sectores industriales sufren por los elevados costes de la electricidad. España no será la excepción. Cierto es que la situación de partida es mucho mejor a la de otros socios europeos. No debemos olvidar que los precios de la luz están topados gracias al acuerdo que Portugal y España cerraron con la Unión Europea. Pero aún y así las repercusiones de una crisis como la que se predice en Europa afectarán a la demanda y provocarán que entremos, muy probablemente, en recesión.

La política de los próximos meses estará marcada por la necesidad de implementar políticas públicas que enfrenten el problema económico. Debemos tener en cuenta que las cuentas públicas están en una situación delicada después de la pandemia mundial de COVID y esta nueva crisis no ha permitido al Estado ni a los ciudadanos rehacer su situación. Habrá que llegar a acuerdos y pactos de Estado.

Tanto PSOE como PP deberán arrimar el hombro. Feijóo tiene la oportunidad de revisar el enfoque conflictivo y frentista que Casado imprimió en el PP, sumando con el gobierno y sentándose a negociar acuerdos económicos y sociales junto con el resto de actores sociales. Desgraciadamente, por el momento, el líder popular parece no estar por la labor

Los retos son muchos. De hecho, lo más difícil será atender a la vez a lo urgente y a lo importante. Probablemente lo más urgente sea tomar medidas para hacer frente  a la nueva crisis que llega, y lo más importante sea avanzar en lo que a todas luces se detecta por fin como una necesidad imperiosa. La soberanía energética y el avance hacia energías más limpias y sostenibles.

Y es que hasta el presidente francés lo alertaba hace unos días. Macron ha sido muy claro aseverando que los problemas que deberemos afrontar han llegado para quedarse. Europa necesitará varios años para cambiar de proveedores energéticos y de materias primas.

Y para ello será necesario el trabajo de todos. También de los municipios, que no pueden eludir su responsabilidad. Menos aún municipios como Barcelona, que tienen capacidad de incidir en grandes cantidades de población del país. Toca aplicar soluciones imaginativas que nos permitan cumplir con lo que determinen tanto el gobierno centrar como el gobierno europeo. Y toca que todos sumemos en esa misma dirección.

En más de un artículo he reivindicado la necesidad de contar con oposiciones capaces de hacer su trabajo desde el interés en la mejora de la vida del ciudadano y no desde el interés puro y duro de poner palos a las ruedas de quienes gobiernan. Hoy lo veo más necesario que nunca. Lo que nos viene por delante es muy complicado, y desde el cálculo electoral permanente seremos incapaces de salir airosos.

Y esto debe entenderlo todo el mundo. Desde quienes gobiernan hasta quienes hacen oposición. Si los partidos principales del país son incapaces de sumar, nos enfrentaremos a una crisis de gobernabilidad que dará alas al populismo e impedirá resolver las necesidades de los ciudadanos. Hoy, el acuerdo, es más necesario que nunca.