En febrero de 2018 el Tramvia Blau dejó de dar servicio. Desde 1901 ha formado parte de la vida cotidiana de Barcelona, siendo mucho más que un simple tranvía de barrio o un tranvía turístico. Ha sido y debe seguir siendo pura memoria histórica y un icono emblemático de la ciudad. Lo que debía ser un breve paréntesis para actualizar y modernizar un tranvía desde el punto de vista tecnológico ha pasado a convertirse en una larga espera que el gobierno de Ada Colau y Jaume Collboni justifica por la pandemia del Covid-19, pero que esconde la negligencia de un gobierno que retrasa los proyectos que no le interesan y acelera los que, como la superilla Barcelona o la conexión del tranvía por la Diagonal, impone por intereses electorales.
El cierre del servicio del Tramvia Blau provocó una fuerte movilización popular reivindicando su rápida puesta en marcha. Vecinos, entidades y una plataforma cívica, junto con los diferentes grupos municipales del Ayuntamiento y del distrito de Sarrià-Sant Gervasi hemos pedido reiteradamente al gobierno certezas sobre el inicio de las obras y el calendario de ejecución del proyecto. Pero el gobierno municipal se ha limitado a explicar que la previsión del inicio de las obras se aplazaba en el próximo mandato municipal. Y con esta decisión, se desvanece una inversión de 19 millones de euros que confirma el castigo inversor del gobierno hacia un distrito, el de Sarrià-Sant Gervasi, que sigue estando a la cola de los diez distritos de Barcelona en cuanto a las inversiones municipales.
Es necesario denunciar, además, el incumplimiento de la palabra dada por el concejal del distrito Albert Batlle en el sentido de constituir y convocar una Comisión de Seguimiento multidisciplinar para que los vecinos y las entidades tengan la oportunidad de ser informados y de participar durante la ejecución del proyecto. Promesas vacías que denotan un estilo de hacer política en las antípodas de lo que la gente reclama.
Desde el grupo municipal de Junts per Catalunya de Barcelona hemos recordado que este mes de septiembre vence el plazo para disponer del proyecto ejecutivo constructivo, y por tanto es necesario proceder a la inmediata licitación de las obras y la adjudicación de las mismas. Hemos pedido pues que las obras comiencen el próximo año, que no haya más retrasos y disponer de un calendario de las obras de remodelación tanto de la avenida del Tibidabo como de las plazas Kennedy y Doctor Andreu, y de la calle Bosch i Alsina, donde se ubican las cocheras y el taller.
El retraso de este importante proyecto urbanístico y de movilidad confirma la discriminación inversora que sufren los barrios del distrito de Sarrià-Sant Gervasi por parte del gobierno de Ada Colau y Jaume Collboni. Este estado de cosas sólo podrá solucionarse con un cambio de gobierno. Un nuevo gobierno que invierta lo que los barrios del distrito necesitan y reivindican desde hace años y que no llega, por la sencilla razón de que se trata de un distrito que no vota al partido de la alcaldesa.