Quieren que el tranvía llegue hasta la plaza que contempla, atónito, el búho de Osram y, con aires más ceremoniales y desde lo alto de su columna, mosén Verdaguer. El mosén siempre ha sido más estirado y se daba aires de importancia antes de que lo cubrieran con un sudario durante unos meses, mientras las excavadoras corrían a su alrededor. Envuelto como estaba, parecía una de esas performances del desaparecido Christo. Mientras tanto, el búho, allá en lo alto, contemplaba el espectáculo desde su privilegiada atalaya, sin mortaja y con los ojos bien abiertos.
No me extraña: el espectáculo da para mucho. Un buen trecho de la Diagonal se ha puesto o se pondrá enseguida patas arriba. El follón, ahora mismo, es considerable, pero irá a más. Piensen que están ampliando en un 70% la capacidad de un colector y la zanja es impresionante. El nuevo colector debería reducir el riesgo de inundaciones en nuestra ciudad, que no es pequeño. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, o el colector por la Diagonal, pues amplían la línea del tranvía de la plaza de les Glòries a los pies del poeta Verdaguer. Al cubrir de nuevo el colector, instalarán las vías, las catenarias y lo que sea menester. Ésa es la idea. ¡Albricias!, ¡por fin!, ¡gracias sean dadas al Señor!, se introducirá el tranvía de nuevo en el Ensanche barcelonés, de donde jamás hubiera tenido que irse.
Es que soy muy de tranvías, lo confieso. Lo del "¡tilín! ¡tilín!" y ese zumbido de moscardón cuando acelera me enamora. Ya sé que hay gente que el tranvía… Bueno, que prefieren otra cosa. Pues si no ponen tranvía, quiero trolebuses, con catenaria y todo. No autobuses eléctricos, no, trolebuses. Porque, antes de que levanten la voz, el asunto de las baterías de los autobuses eléctricos se va a poner feo por la falta de litio y tierras raras en diez o veinte años, y no les cuento nada de la infraestructura eléctrica que tendremos que ampliar y renovar para que una casi completa automoción eléctrica pública y privada pueda ser viable. Eso dicen los expertos y mejor prevenir que rasgarse luego las vestiduras.
Esta trinchera está a punto de cortar el tráfico por la calle Valencia, la calle Marina, Consell de Cent… justo en el momento en que también se está ahogando el tránsito de vehículos en la famosa «superilla». Resumiré el problema con el diagnóstico técnico de un buen amigo mío: «¡Se va a montar un pollo que te cagas!». Un poco bruto, mi amigo, pero falta poco para cortar del todo la calle Valencia, que asume gran parte de los vehículos que evitan Consell de Cent, por ejemplo.
No sé de quién fue la idea de que ambas obras coincidieran en el tiempo y el espacio. El porqué lo imagino: las cosas electorales. Alguien que pensara un poco seguramente propondría ir por pasos: primero, liar un pollo aquí; más tarde, otro allá… Pero la sensatez se lleva mal con la política moderna y mejor liar un pollo grande grande, grande de verdad, para poder estrenar cosas justo antes de las elecciones.
Eso nunca sale bien. Acuérdense, si no, de los túneles de la plaza de les Glòries. Resultaron ser una obra eterna y tresporcentual. Ya ni les cuento las legendarias obras de la plaza de Lesseps, que duraron más que las del canal de Suez.
No me extraña, pues, que el búho de Osram nos mire con esa cara de pasmo. Los búhos pasan por sabios en los cuentos y leyendas de tradición indoeuropea y en las películas de Disney, escojan ustedes, y debe de estar llevándose las manos a la cabeza ante tanta improvisación y tan seguida. Porque una vez vale; dos veces… bueno, también puede valer; pero ¿cuántos proyectos municipales llevamos ya con aires de improvisación? Unos cuántos. Yo deseo de todo corazón que salgan bien, pero así resulta complicado.
He hablado hace nada de la movilidad eléctrica. Es una opción. No es la única opción. Todo señala a una movilidad que empleará diversas fuentes de energía: electricidad, hidrógeno, biocombustibles o qué sé yo. Quizá el búho de Osram pueda ver la que se nos viene encima mientras Verdaguer sigue glosando la desgracia de los atlantes, porque el mosén siempre ha sido un poco carca, la verdad sea dicha. Pero lo que no está viendo, ni yo tampoco, es una previsión a diez o veinte años vista de la que se nos viene encima. Ni en el gobierno municipal ni en la oposición ni en parte alguna, que conste.