Perros callejeros es uno de los máximos exponentes del llamado cine quinqui que nació durante la segunda mitad de los años 70 y se alargó durante una década, aproximadamente.

Este género se caracterizó por mostrar una descripción de una realidad social y cotidiana que, en muchos casos, sucedía en la ciudad de Barcelona, de la etapa del post franquismo, que además contaba con un punto de vista de crítica social, pero que a su vez relataba un problema grave que tenía nuestra ciudad, la delincuencia cada vez más generalizada y sus consecuencias.

Más de 40 años después, el tripartito de facto de Colau, Collboni y Maragall han convertido nuestra ciudad en un gran set de rodaje del género del cine quinqui, con diferentes escenarios que muestran diferentes realidades. Seguramente, nuestros gobernantes lo primero que dirían es que no son realidades, son percepciones. Las percepciones no se pueden cifrar ni formar parte de una estadística, y estas estadísticas muestran claramente que esas realidades están llevando a Barcelona a una situación grave de desorden público, inseguridad e incivismo. Esta es la primera gran diferencia que nos separa a nosotros, Ciutadans, del tripartito. Hasta que todos nos seamos capaces de reconocer que tenemos un problema, será mucho más difícil poder afrontarlo y aplicar unas soluciones.

A pesar de los discursos triunfalistas del desgobierno, la realidad es que este verano nuestra ciudad ha sido noticia por los distintos apuñalamientos ocurridos, sin ir más lejos, el último hace pocos días en el barrio del Raval. También hemos sido noticia durante las fiestas de la Mercè, pero no por sus actos y calidad de los mismos, lo hemos sido por los incidentes graves ocurridos durante la noche del sábado al domingo, que terminaron en un asalto y saqueo a los comercios de Creu Coberta, en el distrito de Sants-Montjuïc, por segundo año consecutivo. Los cien mil euros en que han cifrado los desperfectos y daños ocasionados a sus comercios no son una percepción, son una realidad, y por ello, nuestro grupo ha pedido que el Ayuntamiento habilite una línea para sufragar estos daños sufridos. No queremos ni vamos a dejar que estos actos sean noticia de un día, y que queden el olvido para la gran mayoría de los barceloneses, excepto para aquellos que los han sufrido en primera persona.

Son solo algunos ejemplos de lo que ocurre en nuestra ciudad. Nuestro grupo municipal lleva mucho tiempo avisando y proponiendo soluciones a este problema que los propios ciudadanos insisten, una y otra vez, en situar como el primer problema, la inseguridad. Por ello, al principio de este mandato, en 2019, presentamos un Plan Integral de Seguridad con más de 60 medidas que pretendía poner soluciones aplicables y prácticas, y que fue rechazado por el tripartito. Podemos valorar que eso sucedió al inicio del mandato y que el nuevo concejal de seguridad, Albert Batlle, necesitaba tiempo para aplicar sus propias medidas. Pero tres años después, la situación ha ido a peor, y por ello, nuestro grupo, este mes de septiembre, presentó un nuevo Plan de Seguridad y Convivencia Ciudadana con más de 170 medidas, muchas de ellas aplicables hoy mismo. Viendo la incapacidad del concejal Batlle, valorando que estamos llegando a la recta final del mandato, y que ya ha tenido tiempo más que suficiente para poder aplicar las medidas oportunas, creemos que la única salida digna que le queda es la dimisión.

El tripartito votó en contra, y Junts se abstuvo. Deben considerar que no es importante poner soluciones y siguen empeñados en no reconocer el problema.

Han rechazado devolver la autoridad a nuestra Guardia Urbana, reforzarla con un mínimo de 4.500 agentes, aumentar el presupuesto de seguridad en 100 millones, reforzar las patrullas a pie de calle, medidas contra los botellones, contra el top manta, los robos y los actos delictivos, acabar de una vez, y por todas, con los okupas y los asentamientos irregulares en nuestra ciudad. De la misma manera con otros fenómenos crecientes en nuestra ciudad como las agresiones que se producen en el transporte público y sus alrededores, o las agresiones sexuales, especialmente a las mujeres.

Las realidades sociales de la etapa del post franquismo y la actual no se pueden comparar. La distancia en el tiempo es insalvable, y lo más importante, más de 40 años viviendo en democracia. Por ello, la realidad de la Barcelona actual es mucho peor que la de entonces, y también los intentos por parte de los gobernantes por encontrar justificaciones. Hoy, podemos afirmar que la situación de inseguridad que sufren los barceloneses es única y exclusivamente debida a la mala gestión por su parte. Reconocer el problema, analizarlo y proponer soluciones es lo que llevamos haciendo desde Ciutadans durante todo este mandato, y eso ha quedado plasmado, negro sobre blanco, en dos Planes de Seguridad para todos los barceloneses, mientras que unos niegan el problema y otros únicamente lanzan proclamas vacías.

Barcelona debe resurgir y para ello, los perros callejeros, mejor en el cine y no en nuestras calles.