El próximo día 19 de enero tendrá lugar en Barcelona el encuentro bilateral periódico de los gobiernos de España y Francia. Esta cumbre hispano-francesa tiene todos los ingredientes de lo que a fecha de hoy es el esperpento y la irresponsabilidad de la política barcelonesa, catalana y española. En buena lógica el análisis de esta cita internacional debiera tener la satisfacción y la oportunidad que representa para Barcelona acoger este encuentro y la agenda de Gobierno del encuentro en la que, sin duda, deben incluirse cuestiones capitales para nuestro país que son también de interés para Cataluña. Sin embargo, lo que está primando es lo que subyace en la política actual y denota su bajo nivel y su minúscula altura de miras en sus tres actores principales.
El primero, un Gobierno de España que está orientando subliminalmente esta cumbre a hacernos creer que la celebración en Barcelona del encuentro y la protesta desatada por ello entre el independentismo pueden hacer olvidar o diluir la orfandad de Estado sentida en Cataluña y ahora agravada por el desmantelamiento de las Instituciones en su respuesta a la secesión. Desde minimizar el papel y la presencia de la Corona en Cataluña a las reformas penales y acuerdos políticos con los secesionistas que favorecen su pretensiones de futuro de reintentar su estrategia ilegal para alcanzar la ruptura con España.
El segundo actor, un gobierno de la Generalitat que protagoniza la aberración de ser presidido por quien participará en el evento mientras el partido al que pertenece, ERC, se manifestará contra su celebración. Un ejemplo de coherencia, de la mala, y una patética imagen de insolvencia incompatible con la seguridad jurídica e institucional que precisa Cataluña para retener y atraer inversiones.
El tercer interviniente es el Ayuntamiento que debiera, sin complejos, aprovechar esta reunión bilateral como ventana para su proyección internacional como ciudad de turismo, en el que el francés es esencial, de cultura y de inversión. Pero, hasta el momento todo apunta a que nuestra alcaldesa estará más pendiente de hacerse la foto con tintes electorales con la vicepresidenta Yolanda Díaz, si viene, aunque espero no se la haga en un ascensor como hizo en su día con Pablo Iglesias y, por una vez, piense en Barcelona y no en su ego.
En las protestas contra la cumbre no hay fisuras entre los independentistas al haberse sumado todos los partidos y entidades afines, pero sí que hay, por ahora, silencios que debieran romperse próximamente. En particular, el de los comensales Ada Colau Y Xavier Trias que compartían mesa mano a mano y alegremente hace unos días. La alcaldesa aún debe ofrecer toda la colaboración efectiva, desde la cesión de espacios y de logística de la cumbre a expresar una pública satisfacción de que Barcelona sea la sede del encuentro. Xavier Trias tiene una magnífica oportunidad de decirle a su partido, Junts, que se equivoca al convocar las protestas contra un evento cuya celebración es positiva para Barcelona y subrayar que, tras la pancarta de reprobación al acto, junto a la CUP, estarán los émulos de Puigdemont y Laura Borrás, pero no el alcaldable exconvergent.
Confío en que las imágenes de la ciudad quemada de contenedores y mobiliario público, o de colapsos y cortes de tráfico, aún recientes, aunque se pretende nos olvidemos, no se produzcan. Tampoco las algaradas callejeras que protagonizaron las protestas independentistas en los recientes años y que no se tenga que aplicar el más que tibio y recién reformado código penal que considera meros desórdenes públicos los actos ilícitos y contra la convivencia de la secesión.
Ante tanta cumbre borrascosa es imprescindible un anticiclón de sensatez y de buen gobierno. Un encuentro con una intensa agenda de contenidos en infraestructuras transfronterizas y de conectividad a Europa, en apuestas estratégicas de energía, en antiterrorismo, seguridad e inmigración, OTAN, Magreb, etc., sin olvidar un imprescindible guion europeo toda vez será España quien presida U.E. en el segundo semestre de este año. Es imprescindible alcanzar el mayor de los éxitos en esta cumbre porque el suyo será el de España y con ella el de Barcelona y Cataluña.