Las encuestas empiezan a asentarse en el terreno y, con sus diferencias, transmiten varios mensajes muy claros sobre las tendencias que se están registrando. Todo es posible, pero para unos es más posible que para otros.
Derecha no nacionalista. El panorama es desolador en este segmento electoral. VOX queda fuera del cuadrilátero en la mayoría de ellas acusando la pérdida de fuelle de la formación y porque su candidato, Gonzalo de Oro-Pulido, es del todo desconocido. Además, el mensaje ultraconservador no tiene la entrada en Barcelona que tiene en otras zonas del estado. Valents, muy hiperventilado en materia comunicativa, hace aguas en todos los sondeos. En las últimas semanas algunas informaciones apuntan a un intento de acercamiento al PP, pero parece que Dani Sirera no tiene demasiado interés. El candidato popular tiene asegurada la presencia en el consistorio y ahora busca ayuda de un comunicador de renombre para aumentar su presencia en el consistorio, que ante la incertidumbre de los resultados puede resultar determinante. Ciudadanos ya tiene candidata pero el remolino naranja se está tragando a la formación y Anna Grau tiene sus días contados en la política municipal porque Ciudadanos no alcanza, ni de lejos, el mínimo del 5%. Sin embargo, el PP pierde fuelle porque estas tres formaciones le restan votos, tantos que le quitan nada más y nada menos que un mínimo de dos concejales.
Comunes. La alcaldesa Colau tiene muy movilizado a su electorado pero no gana prácticamente en ninguna encuesta. Es más, muchas, como la nuestra, la sitúan en tercera posición lo que hace imposible su reelección. De hecho, en esta precampaña la alcaldesa elude los temas municipales y quiere centrarse en “grandes” temas como las relaciones con Israel o la Ley de Vivienda. Los temas más locales le interesan poco porque aglutinan un rechazo ciudadano que las encuestas sitúan en un 70%. Su interés se centra en polarizar la campaña en una especie de “todos contra Colau” para presentarse como víctima, un remake de la campaña de Salvador Illa, pero Illa no es Colau. Los Comunes se la juegan en Barcelona a todo o nada. Perder la alcaldía los llevaría a ser insignificantes en la Diputación o el Área Metropolitana y a Colau solo le quedaría la salida de las generales junto a Yolanda Díaz, que por otra parte también está perdiendo fuelle por el desafío de Podemos.
Neoconvergentes. Xavier Trias ha sido el asidero en el barco que se hundía. Su irrupción ha roto todas las encuestas y ha segado, sobre todo, la hierba bajo los pies de Maragall. Sin embargo, el candidato Trias parece la liebre en la carrera, y las liebres siempre pierden porque al final les falta fuelle. Es triunfador demasiado pronto y la carrera es para corredores de fondo, los esprínters no suelen dar la campanada. Ha jugado con Colau a polarizar la campaña y la ha planteado como una tómbola lanzando promesas por doquier. “Tuvimos un encuentro con Trias y hablaba del sector de hace diez años”, decía un líder del sector de comercio. Esto puede ser un lastre para el candidato. Diez años desconectado de la realidad barcelonesa son muchos años. Y un dato: el papel de su partido. Trias se quiere desligar de Junts y de Puigdemont pero no tengan duda que serán la piedra en su zapato, sobre todo si Borràs juega a ser mártir con la publicación de su sentencia en puertas de las elecciones. Para muestra un botón: Junts votó a favor de los cortes independentistas en la Meridiana.
Republicanos. Ernest Maragall empieza a tener contestación en su partido. Su caída en picado en las encuestas, su escasa política en estos cuatro años y la falta de un recambio con cara y ojos en el partido ha desatado las alarmas. La inquietud negada hace unas semanas sobre la idoneidad del candidato es ahora un clamor. Quién será su número dos, o el número tres, son la incógnita. De momento no hay dos ni tres y en algunos foros se baraja incluso un cambio de candidato para mover el tablero y remontar porque hasta ahora todo es sangría hacia Junts, hacia Comunes y hacia PSC. Demasiados frentes para el candidato Maragall.
Socialistas. Jaume Collboni sigue manteniendo la primera posición en la mayoría de encuestas y cada día que pasa manteniendo esta posición lo consolida. Dicen en su entorno que habrá más fichajes en la lista del PSC al estilo Rabell, esta vez tirando hacía el catalanismo y hacía el centro liberal. Veremos el impacto. Su salida del Gobierno municipal se ha mostrado como un acierto porque Collboni debía poner espacio con Colau para desmarcarse de las grandes polémicas de la ciudad. Todo está en un pañuelo pero Collboni mantiene su ventaja.
Indecisos. Está es la piedra filosofal de estas elecciones. Los sondeos apuntan que un 30% de los barceloneses no tienen decidido su voto. La única que no parece tener esperanzas en este voto es Colau, porque el común denominador de este colectivo es ser antiColau pero sin tener definido su voto alternativo. Collboni se muestra esperanzado en capitalizarlo porque el momentum del PSC, por tradición, siempre es la última semana de campaña, pero Trias también puede pescar en este caladero junto a Dani Sirera. Maragall tampoco parece que arrase entre los indecisos. Nadie hace apuestas pero Barcelona está abriendo las ventanas para un cambio de color municipal.