Las últimas encuestas de las elecciones municipales de Barcelona coinciden en que de los cuatro candidatos con posibilidades reales de llegar a la alcaldía, el que obtuvo más votos populares en 2019 es justo el peor situado. Ernest Maragall no encabeza ningúna de ellas. Ada Colau es la segunda con menos posibilidades de ese pelotón de cabeza, mientras que Xavier Trias y Jaume Collboni serían los mejor colocados.
Frente a las generales y las autonómicas, en las locales es donde más peso tiene el nombre del candidato porque la gestión de los consistorios es mucho más fácil de apreciar por los votantes que la del Gobierno y de la Generalitat. Eso es lo que dice la teoría.
Desde ese punto de vista, la campaña debería estar centrada en el perfil de los aspirantes, pero vemos que en Barcelona la premisa únicamente se cumple en el caso de Trias, que presenta su pasado de alcalde como el gran aval y deja la marca electoral que le sustenta en segundo plano mientras la presidenta de su partido está siendo juzgada por presunta corrupción.
Collboni ha sido –y es todavía-- socio de Barcelona en Comú en el consistorio, mientras que Maragall ha apoyado todas las grandes decisiones del equipo de gobierno. Tienen las manos atadas: sólo pueden oponerse a Colau porque quieren desplazarla, pero la diferencia entre lo que proponen y lo que han apoyado durante cuatro años no es fácil de apreciar. Ni de explicar.
Eso es lo que va a impedir que los barceloneses podamos oír estos días iniciativas concretas de los cabezas de cartel. Sería muy interesante saber qué harían para ordenar la industria turística. No las generalidades de siempre, sino qué medidas adoptarían, por ejemplo, para mitigar la influencia de los apartamentos turísticos en la gentrificación del centro de Barcelona y en los alquileres; qué opinan de las decisiones que han tomado ciudades como Sevilla, Valencia o Santiago para ordenar su impacto en el negocio hotelero y en la convivencia de las comunidades de vecinos. ¿Ya les está bien la prohibición de nuevas licencias en Barcelona?
Es de temer que tres de ellos se limiten a pescar en el río revuelto del descontento que suscita Colau, mientras que ella aprovechará ser el centro de las críticas para erigirse en la única candidata con un proyecto propio para la ciudad.