El ya famoso sketch de Està passant sobre la virgen del Rocío cabe perfectamente en los límites de la libertad de expresión, como cabe la reacción de quienes se han sentido ofendidos por las bromas –de mal gusto-- en torno a una figura religiosa muy venerada en otras partes de España, especialmente en Andalucía.
La productora del programa, la misma que hace Polònia también para TV3, se ha burlado en otras ocasiones de la virgen de Montserrat, por ejemplo, aunque quizá con una irreverencia muy alejada de la grosería del gag que nos ocupa. Cuando le han puesto acento negrata a la Moreneta se han producido quejas, es verdad, pero no tan generalizadas ni profundas –ni ruidosas-- como en esta ocasión. Algo que ya tenía calculado el dueño de la empresa Minoría Absoluta y copresentador de Està passant, Toni Soler, que soltó un “nos hemos metido en un campo de minas” cuando la parodia entraba en los derroteros más conflictivos.
Cierto humor, como el de esta productora, se construye sobre la provocación, como ocurre con muchas disciplinas artísticas. Pero eso no está reñido con el respeto. Cuando Jordi Pujol se quejó en público del gag que Polònia había hecho del entonces Papa Joseph Ratzinger porque aparecía “como si fuera imbécil, y no lo es”, Soler le contestó clara y cortésmente que José Montilla, presidente de la Generalitat, tampoco lo era (aunque ellos lo presentaban como tal).
¿Por qué a Pujol le puede dar una respuesta tan firme como respetuosa en defensa de la libertad y, sin embargo, desprecia al presidente de Andalucía, incluso se suma a la invectiva tuitera de su colaborador Óscar Andreu contra “los españoles”? Lo mismo se puede decir de la dirección de TV3. Creo que esa diferencia marca el fondo del asunto: no se trata de pedir perdón, sino de tener una mínima consideración hacia quienes se han ofendido. ¿Que algunos lo hacen por intereses políticos? Pues claro, como Minoría Absoluta provoca escándalos que le son lucrativos; en absoluto para ampliar los límites de la libertad creativa.
Nada nuevo bajo el sol de este país. Polònia nació en 2006, el último año de Pasqual Maragall como presidente de la Generalitat. El personaje de más éxito del programa fue precisamente el que imitaba al socialista interpretado por Queco Novell con su célebre Qué cabrón! Como ya se ha dicho, también parodiaban desde primera hora a Montilla, que fue presidente entre 2006 y 2010.
Sin embargo, a pesar de que todo tipo de humoristas imitaban su voz, sus inconfundibles tics y sus ademanes, los guionistas de Polònia tardaron años en encontrar ideas para dar con el guiñol de Pujol, que había presidido la Generalitat 23 años, entre 1980 y 2003. Es una forma sui generis de entender la libertad de expresión.