La inesperada convocatoria electoral de Pedro Sánchez no solo afectará a las negociaciones del PP y Vox para hacerse con la presidencia de algunas autonomías y la alcaldía de varias ciudades importantes. También alcanzará al Ayuntamiento de Barcelona que, con un pleno tan fraccionado como en el 2019, tiene muy difícil generar un equipo de gobierno estable: necesitará la segunda vuelta electoral que suponen las negociaciones entre partidos, pero además deberá esperar a una tercera vuelta, los resultados del 23J, para iniciar la nueva legislatura.

El próximo viernes se conocerá el recuento definitivo del 28M, lo que no tendría mayor importancia si la distancia entre el PSC y Barcelona en Comú no fuera tan mínima –141 votos--. El recuento de 2019 dio 137 papeletas a los socialistas, pero los comunes obtuvieron 337 adicionales. En el caso de que los de Colau ganaran, obtendrían 10 concejales y los socialistas se quedarían con nueve, lo que acabaría con los intentos de desbancar a Xavier Trias desde un pacto progresista. No porque sumaran menos, sino porque su gran valedor, Jaume Collboni, perdería interés.

En ese caso, el candidato de JxCat tendría vía libre para mantenerse en sus trece –una vez neutralizado ERC-- y llegar a la constitución del consistorio siendo el partido más votado, lo que le daría la alcaldía sin necesidad de pactos para alcanzar la mayoría absoluta. Los resultados de las elecciones generales abrirán nuevas posibilidades de acuerdos, tanto con el PSC (tenga 10 o nueve concejales) como con ERC, especialmente si los nacionalistas consiguen cerrar algún acuerdo para salvar los muebles en el plebiscito –ahora sí-- entre la derecha y la izquierda.

Parece claro que Trias será alcalde, aunque no tendrá un mandato plácido; al menos en lo que a estabilidad se refiere.

Los republicanos no se van a prestar a apoyar a quienes les arrebataron la alcaldía en 2019, ya lo han dicho. Incluso en el caso de que al final lo hicieran, el PSC –que aún y ganando uno o dos concejales ha perdido el 5% de los votos de 2019-- se equivocaría mucho de persistir en ese pacto que tendría el premio de la alcaldía para Collboni: gobernaría con un ERC al que ha abandonado el 54% de su electorado barcelonés y con unos comunes que se han dejado el 16% de los votos. Una alianza de perdedores, como diría el PP, esta vez con razón.