Perplejidad. ¿Cómo? Hipocresía sin más calificativos. Con solemnidad, el grupo municipal de JxCat, a través de su concejal Jordi Martí Galbis, el favorito de Xavier Trias para que se haga cargo del partido en el Ayuntamiento de Barcelona cuando él se vaya a casa, ha pedido al alcalde Jaume Collboni un plan de contingencia por si sucede en la capital catalana lo mismo que en las grandes ciudades de Francia, con una escalada de violencia que está atenazando al propio presidente de la República, Emmanuel Macron. Martí Galbis ha pedido si está en los planes de Collboni una reunión de urgencia con todos los grupos municipales, para que la ciudad esté preparada ante la posible ‘contaminación francesa’.

¿De verdad? Todo puede suceder, claro. Podría ocurrir que la policía, los Mossos d’Esquadra, se excediera en la detención de una persona negra o de un inmigrante magrebí, y que toda la ciudad se convirtiera en el pasto de las llamas. Sería terrible. Pero, ¿hay que pensar en esa situación hoy, en Barcelona, o debería recordar Martí Galbis que eso ya sucedió en otoño de 2019? Fueron dos semanas de locura en Barcelona, en la segunda quincena de octubre, con el centro de la ciudad en llamas, y también en otros emplazamientos, como en Lleida, frente a la Delegación del Gobierno.

¿Quién provocó aquellos incidentes? ¿Los cuerpos de Seguridad del Estado, los agentes de los Mossos d’Esquadra? No, fueron los independentistas, con el presidente de aquel momento, Quim Torra, a la cabeza, que compareció ante los medios y no tuvo ni una palabra de apoyo a esos cuerpos de seguridad que sufrieron de lo lindo. Y es que el movimiento independentista quería reflejar su cabreo por la sentencia del 1-0, y alentó el enfrentamiento en las calles, con la toma del aeropuerto de El Prat, que pudo haber tenido graves consecuencias.

Con toda la ciudad alertada, con una imagen internacional nefasta, los independentistas campaban a sus anchas, sin querer parar la situación. Se quemaban, “únicamente”, decían, algunos containers, y el humo negro del plástico, muy perjudicial para la salud, era lo de menos. Tampoco fue grave, para los compañeros de Jordi Martí Galbis algunas situaciones realmente dantescas, con el fuego en las calles asomando a muchos balcones de pisos en la ciudad. Afortunadamente, la suerte estuvo de cara y no se lamentaron pérdidas humanas. Pero hubo muchas detenciones, y los Mossos d’Esquadra fueron acusados de excederse, cuando, en realidad, cumplían con su obligación.

Ahora resulta que el alcalde ya tarda para elaborar un plan de contingencia por si llega el malestar de Francia a la ciudad. ¿De verdad? ¿Es seria esa petición, o muestra solo la voluntad de seguir en escena, de criticar por criticar?

El independentismo sigue sin asumir lo que hizo desde 2015 al otoño de 2017. Cuando se habla de la supuesta decadencia de Barcelona, si ha existido, o si esa percepción se ha instalado, se debe en gran medida al proceso independentista. Lo señaló en Metrópoli el director artístico del Teatro Real, el catalán Joan Matabosch. Ha sido la cuestión identitaria la que ha lastrado Barcelona, que ha implicado, entre muchas cosas en distintos ámbitos, que el Liceu sea visto ahora como un teatro de ópera que está por detrás del Real.

Haría bien Jordi Martí Galbis y todos los concejales de JxCat, empezando por Xavier Trias, en interiorizar esa cuestión, que ha posibilitado, precisamente, que Trias se quedara sin la alcaldía de Barcelona. El independentismo ha sido y es un problema. Ahora en Barcelona lo más problemático no es, precisamente, lo que suceda en Francia. ¡Vaya hipocresía!