Míriam Nogueras, la jefa de filas de Junts en el Congreso, compareció tras las elecciones y puso precio a la investidura de Pedro Sánchez. Vino a decir que si Jaume Collboni cedía la alcaldía a Xavier Trias, Junts podía investir a un presidente de izquierdas. O mucho me equivoco o esta opción tiene las patas muy cortas. Jaume Collboni no concederá esta prebenda a los de Puigdemont tras lograr más de 240.000 votos frente a los escasos 75.000 de los neoconvergentes.

Lo que no dijo Nogueras es que Junts puede ser el culpable de una repetición electoral, porque son necesarios para que, en segunda votación, tenga Sánchez más síes que noes. Sería suficiente su abstención, pero ya sabemos que Puigdemont juega siempre a “cuanto peor, mejor”. Hemos de tener en cuenta también que la pugna entre ERC y Junts seguirá absolutamente vigente y más cainita si cabe. Por tanto, fiarse de apoyos del independentismo es de una imprudencia temeraria. Igual pasa con los vascos que ya tienen bastante con lo suyo. Unas elecciones en menos de un año a cara de perro entre el tradicionalismo del PNV y la impronta de la nueva izquierda abertzale, Bildu.

Por tanto, el escenario de bloqueo y repetición electoral es más que posible, por lo que la petición de Junts sobre la dimisión de Collboni huele a política de vuelo bajo, como el grajo. Los comunes no han tenido tampoco un buen resultado en Barcelona. El PSC casi les dobla en votos. La posibilidad de que entren en el ejecutivo es posible, pero sin las exigencias que hemos oído en estos días. Y más si se tiene en cuenta que la tercera fuerza política en la ciudad es el PP con más ciento quince mil votos, muy por encima de Junts y de ERC. Una Esquerra que ha tenido de nuevo un mal resultado en la capital. Cuarta fuerza política y un líder municipal que no hace las maletas. De hecho, no las hará para el senado porque no ha salido elegido. Otra vez.

Jaume Collboni tiene ahora que hacer los deberes. Ver las posibilidades de acuerdos para dar estabilidad al gobierno municipal. Las generales le han consolidado, han consolidado al PSC en Catalunya y han hecho fuerte al PSOE en una España donde la opinión publicada y demoscópica ha perdido las elecciones frente a la opinión pública. No lo tendrá fácil el alcalde, pero más difícil lo tienen sus opositores como Junts y Esquerra. El PP no hará aspavientos porque también pondrá sordina en este periodo. No está claro como le irán a Feijóo las cosas y el PP tiene un pequeño problema en Catalunya: no tiene líder. Daniel Sirera no abrirá nuevos frentes.

Ada Colau en algún momento nos tendrá que explicar que hará de mayor. Ha sido el convidado de piedra en estas elecciones. Ha estado desaparecida y su partido no ha tenido un buen resultado. Ni de largo. Sin Colau, sin duda, los acuerdos con los comunes serán como mínimo diferentes, alejados de las extravagancias de otros tiempos. Ahora la impronta la está poniendo el nuevo alcalde.

Salvo el rejonazo de Nogueras, los diferentes grupos políticos deberán ahora resituar su posición en Barcelona. Primero, los comunes, después de ERC que sigue a la deriva, y por último Junts per Catalunya que como ocurrencia juega al cambio de cromos. Sin olvidarnos de un PP que es verdad que ha recuperado posiciones, pero sigue teniendo un papel testimonial en la política catalana. Lo último que le interesa es incendiar Barcelona.