Joan Ferran, socialista encarcelado desde antes de la primera amnistía de la democracia, ha rebautizado a Ada Colau como La Resentida. En Crónica Global, ha escrito: “Ada Colau aprovecha cualquier ocasión a su alcance para disparar contra Jaume Collboni”. Pone de ejemplo la manifestación de apoyo a Palestina (a Hamás, aunque lo disimulen) cuando la ya irrelevante concejala arremetió contra el alcalde por restablecer la hermandad de Barcelona con Tel Aviv y por condenar el terrorismo palestino. “Últimamente, las declaraciones de Ada Colau son agrias, denotan mal humor, enfado y un punto de sed de venganza”, observa Ferran. Y añade: “en algunos cenáculos políticos se alude a ella como la Resentida, como la activista que no ha sabido digerir el fin de una etapa”. Coincide con él hasta Pablo Iglesias, quien ha retratado la “frustración autoritaria” de su ex delegada en Barcelona.
Antisistema, antisocialista y antisemita, la populista surgida de la okupación y del Observatorio DESC de los cuarenta pseudo-comunistas verdosos, Colau siempre ha sido una pequeñoburguesa malcarada, maleducada y de mal carácter. Entre las frases más elaboradas por su penosa inteligencia destacan: “La última palabra sobre el aeropuerto la tendré yo”. “Qué buena soy yo cuando me pongo de mal humor”. “Quemar bancos hubiera sido perfectamente razonable”. En el Congreso a un banquero: “No le he tirado el zapato porque he creído que es más importante contarles a ustedes cuál es nuestra posición”. A un concejal del PP: “El cansancio, el hambre y sus provocaciones me ponen de un mal humor peligroso”. “Estoy enfadada con Aena”… Con esta mala sombra, con su gafe, con sus cuentas pendientes con la Justicia y con sus fracasos totales, ansía ser ministra y hace correr y repetir este bulo hasta que parezca verdad.
Temerosa de que su repeinada y más astuta jefa gallega la deje tirada una vez usada y besuqueada, Colau ataca otra vez a Israel y a la comunidad judía barcelonesa que ya la acusó de “odio visceral contra Israel”. Fue cuando se solidarizó con los asesinos palestinos y calificó de “salvajes e inhumanos” los ataques de Israel. Modelo de la falsa izquierda rabiosa que luce pañuelos palestinos como señal de progresismo retrógrado, Colau no cesa de insultar a los judíos que viven y trabajan en Barcelona y ahora los ha llamado “genocidas” Un representante de este influyente sector social intentó enseñar a la alcaldesa sectaria que “Israel no está en guerra contra los palestinos, sino contra los terroristas de Hamás”. No sirvió de nada, a pesar de que Catalunya había sufrido las matanzas de La Rambla y Cambrils cometidas por islamistas que esclavizan y asesinan mujeres y violan los derechos humanos en todo el mundo.
Monja mendicante de limosna política, Colau aún se embolsa un plus de alcaldesa que no le corresponde y su marido aún vive del bote municipal. Además de insultar a Collboni llamándolo “borracho de poder”, cree la ladrona que todos son de su condición. Así chantajea al alcalde, que insufla millones a la trama de negocios y chiringuitos colauitas. Periclitada y derribada en el ridículo, su delirio es que España necesita su resentimiento.