La Diputación de Barcelona, como otras diputaciones, cumple una notable función: dada la irracional dispersión municipal es el apoyo final de localidades sin apenas medios por su escasa población. Está gobernada ahora por una alianza de la que forman parte socialistas, los comunes y Esquerra Republicana. No está mal, teniendo en cuenta que ERC era partidaria de suprimirlas. Pero mientras, conviene no perder de vista una institución con un amplísimo presupuesto y que, cuando recauda, lo hace por cuenta ajena. Es el sueño de cualquier gobernante: no cobrar y poder gastar. En la pasada legislatura Esquerra quedó fuera debido a que el pacto de los socialistas se hizo con Junts. Apartar estos de una de las mejores repartidoras de inversiones tuvo su peso en la decisión de pactar con los socialistas, aunque durante la campaña electoral Oriol Junqueras repitiera que no pensaban permitir que el PSC volviera a presidir la entidad. Y es que arrimarse a un fuego que calienta y dejar fuera a Junts era una golosina.
Estos días, en las conversaciones sobre el voto de Junts para la investidura ha vuelto a salir la Diputación de Barcelona. La última vez, que se sepa, fue hace un par de semanas. Estaban presentes dos dirigentes del PSC y al menos tres de Junts. Todos jugaban de farol porque estaban pendientes de saber qué pasaba en la investidura de Pedro Sánchez. Pero había otras cuestiones nada menores: el Ayuntamiento de Barcelona y algunos asuntos de los que se ocupa la Diputación. Los socialistas fueron muy claros: no contemplan compartir la alcaldía de Barcelona con Xavier Trias, pero estaban abiertos a algunas concesiones en la otra institución, donde la salida de Junts ha supuesto a este partido perder una cantidad notable de puestos de trabajo para sus militantes. Además, quedó claro que el programa televisivo de Marcela Topor, entre cuyos méritos no figura la cuota de pantalla conseguida, pero sí el estar casada con Carles Puigdemont, tiene garantizada, de momento, la continuidad hasta final de año. Luego, claro, habrá que ver cómo evolucionan las cosas, pero en ninguna parte pone que haya que cancelar nada, aunque tampoco está escrito que pueda ser eterno. El de Waterloo recibió la información ese mismo día. Ya se sabe: todo por la patria y, si es posible, también por el patrimonio.
De momento, y por si acaso, Trias rechazó las ordenanzas fiscales aunque se mostró dispuesto a pactar más adelante. Es decir, cuando se supiera cómo quedaba lo de Madrid. Porque todo el mundo sabe que Barcelona es el centro de sus decisiones, pero viven en el mundo y si hay que bloquear la marcha de la ciudad por el bien de la ciudad, pues se hace sin pestañear.
En medio, los Comunes de Ada Colau tuvieron un ataque de celos y decidieron presentar una propuesta para reprobar a Jaume Collboni. Una iniciativa sin recorrido alguno, simplemente para conseguir algún titular de prensa amiga (propia) y enemiga del PSC, que es mucha.
Vistas las nulas posibilidades de éxito, la retiraron, señalando que servía de aviso para el futuro. Quieren formar parte del gobierno municipal, con o sin otros partidos. Hay quien se malicia que necesitan una tenencia de alcaldía que pueda ser cabeza de lista dentro de cuatro años. De momento, la política de tierra quemada de Colau no ha ayudado demasiado. La única figura descollante es Jaume Assens, cuya cercanía emocional con el independentismo provoca no pocos recelos en una parte de la izquierda que, de momento, vota a los Comunes como mal menor, pero tapándose la nariz al depositar el voto. El resultado de todas estas maniobras es un cierto bloqueo de la ciudad.
En la gestión del día a día y en los proyectos de futuro, para los que siempre hay un pero. Hace unos días Foment propuso una solución para el aeropuerto de El Prat, el gobierno catalán calló, pero aprovechó que dirige el puerto de Barcelona para hacer que sus representantes formularan las objeciones al proyecto. Y es que ERC tiene una gran baza a su favor: sus máximos dirigentes no tienen familiares con programas que dependan de la Diputación. En materia televisiva se dan por satisfechos con el control de TV3. Eso sí, en nombre de la pluralidad informativa.