Barcelona recupera su tradicional Nacimiento de Navidad. Es una más que excelente noticia. Porque en los tiempos oscurantistas de Colau, la exalcadesa entendía por belén la segunda acepción del Diccionario de la RAE: “Sitio en que hay mucha confusión”. La tercera: “Confusión o desorden”. La cuarta: “Complicación, dificultad, enredo. Ejemplo en plural Meterse en belenes”. Y siempre despreció la primera: “Nacimiento. (Representación del de Jesucristo)”. El nuevo pesebre, de estilo napolitano, se ha encargado a Ignasi Cristià, prestigioso maestro reconocido y galardonado por su arte y sus diseños detallistas y creativos de escenas navideñas. Exactamente lo contrario a los bodrios y acumulación de trastos de vertedero del colauismo, que además de un fracaso fueron un atentado contra la ética, la estética, la fe y el buen gusto de la gran mayoría de barceloneses. Perderlos de vista y del recuerdo para siempre es un buen regalo navideño a la ciudad y a la ciudadanía.

Confusión, desorden, complicación, dificultad, enredo… Parece que el diccionario de la RAE describe las mentalidades de Colau y sus feligreses. Con insano juicio en sus seseras, quisieron imponer la tiranía de su estética y exterminar la fe y la conciencia moral de creyentes y no creyentes respetuosos con las tradiciones. Ella y sus “regidores rebuznantes”, que describió el Quijote enamorado de Barcelona, ignoraron que la belleza genera más belleza y optaron por el feísmo y el horroroso gusto. Aquellos engendros no reunían ninguna de las condiciones para llamarse belén que estableció el folklorista Joan Amades, y fueron refrendadas por la Universalis Foederatio Praesepistica (Asociación Mundial de Amigos del Pesebre). La de Barcelona fue la primera del mundo y tiene su sede en Roma.

Por todo ello, el nuevo belén es otro ejemplo de que Barcelona se ha rebelado contra los que vinieron a salvar el alma barcelonesa a pesar de los barceloneses. El resultado: burlas, chacotas, ridículos y despilfarros. Responsables: gente que no sabe afrontar serenamente el fracaso. Una ex lideresa afectada por su mezquina pasión del amor propio. Y una trama de mentiras para disimular sus pasadas, presentes y futuras derrotas.

Con el abeto y el pesebre ante la fachada del Ayuntamiento, parece que Barcelona ha vuelto a la tradición. Porque “¿Qué es sino darnos a la tradición para vivir en ella y así no morir del todo”?, se preguntaba el filósofo Miguel de Unamuno. El mismo que dijo que a los catalanes nos ahoga la estética, que Barcelona es una ciudad de fachadas, que había que catalanizar España y que “justo es que España pierda a Cataluña”. Sin ir tan lejos, el belén de este año serena el alma y los ánimos: campos verdes, riachuelos, casitas inspiradas en la arquitectura local, animalitos y el Nacimiento con sus eternos protagonistas: Jesús, María y José, la mula, el buey, los pastorcitos y los Reyes Magos que van a Belén. Paisaje idílico que no ofende a nadie. Con la vuelta a la escuela napolitana y al alma barcelonesa, el nuevo Ayuntamiento prevé que será un éxito. Y los barceloneses y visitantes de buena voluntad, también.