En Badalona nos ocurre que la biblioteca o las piscinas municipales se abren y cierran tras haber recibido alguna inversión de mantenimiento que siempre siempre, se queda corta y vuelve a dar problemas. Digo esto, preventivamente, al hilo de la noticia que nos daba el alcalde estos días pasados, hablando de otro equipamiento badalonés que acabará, si todo va bien, albergando la sede del Conservatorio de música, de su escuela, y de un auditorio.

Les hablo de la CACI. En catalán hay una expresión que nos advierte de que si vols estar ben servit, fes-te tu mateix el llit. No hay equivalente en castellano, aunque de ella se desprende que “si quieres que algo funcione, háztelo tú mismo.” Me sirve para explicar que, al fin, parece que habrá un proyecto para el edificio de la CACI de Badalona, un magnífico ejemplo de estructura industrial que evitó su derrumbe gracias a la visión que en su día (1998) tuvieron Marcel Riera y Joan Blanch (CiU-PSC). El edificio ha tenido diversas novias y novios, pero nunca consiguió traer consigo “la dote” que el ayuntamiento quería. Quiero decir, la inversión suficiente que liberara las arcas municipales de cualquier gasto para su puesta en marcha.

La CACI hubiera podido albergar el museo del cómic, una idea que se fraguó bajo el tripartito de la Generalitat y el tripartito (PSC+CiU+ERC) de Badalona en el cual ejercí de primer teniente de alcalde. Un proyecto impulsado, eso sí, por Esquerra Republicana de Catalunya, pero que siempre topó con la tozuda realidad de quién debía hacer la inversión para que viera la luz, y cómo se mantendría y gestionaría después.

Otros pretendientes del edificio fueron la Universitat de Barcelona, un centro de investigación de la UPC, y últimamente la Fundación CIM de la UPC. Todos esos proyectos hubieran sido deseables. Pero siempre toparon con la misma piedra. El ayuntamiento quería una coinversión, o una inversión entera por parte de quien quisiera utilizarlo. Una de las diferencias de criterio mías y “del ayuntamiento” fue precisamente mi opinión sobre eso. Yo siempre defendí que, si la CACI era municipal, debía ser el ayuntamiento quien hiciera la inversión para ponerlo en marcha, y licitar el edificio con su alquiler correspondiente a la entidad que de acuerdo con los usos previstos en él pudiera ocuparlo.

Creo que tenía toda la lógica que fuera así. ¿A alguien se le ocurre poner un piso en alquiler, propio, para reformar a coste del inquilino? No parece lógico. Por eso, una y otra vez, a pesar de tener un edificio magnífico, nadie podía o quería ocuparlo.

La decisión, y la idea del alcalde para darle un uso, me parecen bien. No hubiera sido la mía -que habría apostado por un uso universitario y de investigación- pero creo que es una buena idea dado que se trata de trasladar joyas de la corona, como son el Conservatorio Municipal de Música, y la Escuela, ambas situadas en edificios muy muy hechos polvo. Además, creo que se abre la oportunidad de plantear qué hacer con los edificios que quedarán vacíos. Hay quien defenderá poner más funcionarios dentro. En otros foros he manifestado mi disconformidad, por ejemplo, con la idea de poner servicios administrativos en el Centre el Carme, otro equipamiento de primer nivel. No creo que debamos confundir equipamientos con oficinas. Creo que los edificios que quedarán vacíos, siendo equipamientos, merecen una reflexión profunda para sacarles partido. Si el ayuntamiento sabe leer lo que la ciudad necesita realmente, acertará.

Un último apunte, que comentaba horas después de conocerse la idea con alguien de peso municipal, y que justifica el título del artículo. Cuando se haga la licitación...no se les ocurra valorar solo al precio más bajo. Esta inversión exige calidad. Un auditorio, la escuela y conservatorio deben cumplir dos requisitos (insonorizarse bien hacia fuera, y sonorizarse bien hacia dentro). Hay expertos en eso. Y recomiendo que no se cometa el error de la piscina, o de la biblioteca, que por la falta de mantenimiento de años, no hay inversión que pueda dejarlas en perfecto estado, entre otras razones por jugarlo todo al menor precio posible.