Cuán lejos queda aquel 25 de junio de 2015, cuando Colau, Iglesias, su señora, Asens y Pisarello entraron cual caballo de Atila en el ascensor del Ayuntamiento de Barcelona. Eufóricos como estaban, no respetaron la capacidad y seguridad del ascensor y se quedaron media hora encerrados en su propia altanería. Fue un augurio de que lo que mal empieza peor acaba. Y ahora Barcelona excluye a los activistas podemitas y comuneros de los contratos municipales multimillonarios que chupaban y malgastaban en sus negocios, chiringos y chanchullos. Además, como las meigas tampoco les han sido favorables, Podemos y Sumar han desaparecido del mapa político de Galicia, cayendo en la nada y el ridículo. Dos indicios de que desde Barcelona hasta Santiago de Compostela, empieza la limpieza. 

La mala pata de Podemos”, ha titulado A. Fernández en este diario. Ha sido elegante y piadoso porque, vistos los ocho años de desmanes de los antisistemas allá por donde pasan, habría podido titular: “La mala leche de Podemos”. Que se les ha agriado aún más y ha cuajado con el sabor amargo del yogur cuando el Ayuntamiento les ha dejado fuera de todos los concursos para realizar sus “procesos participativos ciudadanos”. Fue uno de sus inventos para subvencionar a su tropa mediante una falacia de influencia social controlada y manipulada por sus militantes y comisarios políticos. Un calco del sistema asambleario dirigido desde la jefatura y clásico de los regímenes nada democráticos. Se llamaron Nueva Izquierda y han arruinado a la vieja, a la de salón y a sí misma. 

Déspotas y prepotentes, como han sido, su Asociación para el Desarrollo de la Democracia Deliberativa y Participativa ADDDP daba por hecho que ganaría un concurso público municipal que repartirá 2,8 millones de euros. De tan seguros como estaban, presentaron sus pliegos de condiciones antes de hora y esto les ha costado la expulsión. Disimulado en causas técnicas, el consistorio se ha sacado de encima a tiranuelas como la presidenta vasca de la ADDDP y al responsable madrileño del pomposo Laboratorio de Inteligencia Colectiva para la Participación Democrática. Este último fue invitado por Colau para adoctrinarla en asuntos tan caros e inútiles como “un proyecto democrático de futuro”, “contribuir a la democratización de la sociedad mediante la construcción de tecnología, metodologías, acciones, narrativas y valores de manera libre, abierta, colaborativa y reflexiva…” Otra demostración de que los adalibanes no tenían talentos en Barcelona. Con su palabrería vacía, pero altisonante, propia de populistas, demagogos y vendedores de humo, otra limpieza necesaria será borrar su léxico y su semántica, destinados a entontecer a unas masas que les han enviado a la nulidad política. 

Pero la banda de la falsa izquierda no escarmienta e intenta salvar su trama económica mediante sus empresas, que ahora quieren hacerse con otro contrato multimillonario a través de otro fantasmagórico invento que llaman “convivencia vecinal”. En realidad, se trata de colocar a sus militantes en tareas propias de la Guardia Urbana. Por eso, si no ganan a dedo otro concurso como los que amañaban, Barcelona ganará limpieza democrática.