Tal día como mañana, el 17 de agosto de 2017 tuvo lugar la matanza terrorista de La Rambla. Por dicha razón, cabe recordar y advertir sobre hechos recientes e inquietantes. La Guardia Civil ha desarticulado en Barcelona un aparato de Hezbollah encargado de construir más de mil drones suicidas para atacar a Israel, y han detenido a tres terroristas libaneses que operaban camuflados en empresas de Barcelona, Badalona y Alemania. Al día siguiente, el Ayuntamiento de Barcelona se vio obligado a reconocer que había empadronado a 5.900 personas en un edificio de los servicios sociales de la ciudad. A pesar de que el consistorio socialista de antes de Colau ya había prohibido a las oenegés empadronar en sus sedes.
Con ocasión de las amenazas al campeonato europeo de fútbol en Alemania y a las olimpíadas de París, la Unión Europea avisó de que se controle el desembarco de migrantes y refugiados, ya que entre ellos llegan terroristas infiltrados. Además, la OTAN ha decido reforzar el flanco sur de Europa. E Israel sigue eliminando líderes terroristas. En este panorama, otro dato cuestiona la acogida de menores de edad que llegan solos. (El Colegio de Periodistas y el Consejo de la Información de Catalunya han recomendado no utilizar el acrónimo mena porque opinan que es una palabra que “la ultraderecha ha convertido en un término xenófobo y deshumanizado”). Pero las estadísticas de la Generalitat de Catalunya demuestran que más del 50% de los migrantes acogidos provienen de países sin guerra y sin hambre. Estadísticas coincidentes con las de la Fiscalía, que indican que solo el 45% resultan ser menores de edad. Y que, desde 2018, ha practicado más de 36.000 pruebas para determinar la edad de los menores y solamente el 45% lo son.
No se trata de echar más leña al fuego de uno de los problemas más graves que sufre Barcelona. Ni mucho menos de insinuar que los críos migrantes tengan algo que ver con el terrorismo. Aunque dos de los autores de los atentados a La Rambla y a Cambrils eran menores. Los demás tenían entre 17 y 28 años y sólo el cabecilla, 45. Todos, magrebíes. Balance: 17 muertos, 140 heridos y ocho terroristas abatidos. Entre 2004 y 2012, cuatro de cada 10 yihadistas condenados en España residían y fueron detenidos en la provincia de Barcelona. Y la provincia aportó más de una quinta parte de todos los yihadistas detenidos o muertos en España. Aunque entre 2013 y 2017, los musulmanes o personas originarias de países mayoritariamente musulmanes que vivían en España no superaban el 18% de residentes en la provincia de Barcelona.
No se trata tampoco de xenofobia ni de islamofobia, porque lo que también preocupa en Barcelona, Europa y Occidente es el antisemitismo y la judeofobia, que tienen como aliado al fascismo de extrema izquierda y a sus grupúsculos ruidosos bajo bandera palestina. Así que a las mayorías silenciosas y silenciadas, se les recomienda mucha prudencia y cruzar los dedos. Especialmente en las noches de luna llena y rojiza, que excitan a psicópatas y terroristas.