Los franceses tienen una expresión de una gran eficacia, aunque tirando a grosera, para definir a la gente que se da unos aires de grandeza que no le corresponden. A semejante actitud la describen como “peter plus haut que son cul”, que podríamos traducir como “tirarse pedos por encima del propio culo”, actividad a todas luces imposible, pero que da una idea muy clara de la desquiciada autoestima que aflige a quien va por la vida creyéndose más importante de lo que es. Dos de esos cuescos inverosímiles se los acaban de tirar en Palestina Ada Colau y su amigo Jaume Asens, auto enviados a una supuesta misión de paz como representantes de una fundación de los comunes que atiende por el improbable nombre de Fundación Sentido Común (cuando el sentido común ha sido el menos común de los sentidos durante los ocho años de colauismo municipal).
El dúo cómico Colau & Asens se plantó en Palestina, teóricamente, para supervisar la recogida de la aceituna, que fue convenientemente boicoteada por el ejército israelí, que obsequió a la comitiva solidaria internacional con bombas de sonido y gases lacrimógenos, actitud que motivó la indignación de la señora Colau, quien, ni corta ni perezosa, pilló al soldado judío que le caía más cerca, le informó de quien era y le afeó la conducta por lo de las bombas de sonido y los gases lacrimógenos. O sea, un “Usted no sabe con quien está hablando” en toda regla.
Y sí, claro, el guripa de turno no sabía con quien estaba hablando, lo cual, en el fondo, le resultaba asaz conveniente a Ada, pues si el soldado llega a saber que había sido la alcaldesa de una ciudad del sur de Europa que había roto relaciones con Israel por su cuenta y riesgo, tal vez habría sido más desagradable con ella, llegando algo más allá de ignorarla.
De hecho, la ruptura de relaciones de Barcelona con el estado de Israel ya es una buena muestra de lo que Colau entiende por sentido común. En ese momento, ya se apuntó a lo de “peter plus haut que son cul”. ¿Qué atribuciones tiene la alcaldesa de una ciudad de provincias para partir peras con un estado soberano (presidido por un animal de bellota y un corrupto al que le esperan cuatro juicios si pierde el cargo, de acuerdo, pero estado soberano a la postre)? O planteado de otra manera: ¿por qué se mete usted donde no le llaman y se otorga unas competencias que no le corresponden? Como rezaba la frase de la célebre camiseta del grupo gallego Siniestro Total, “En beneficio de todos, cállese, señora”.
Juraría que el conflicto armado entre Israel y Palestina (más Irán, más Líbano, más vaya usted a saber quién más se va apuntando hasta que la catástrofe se globalice) es un asunto demasiado serio para que una demagoga a la espera de destino vaya a una zona en guerra a hacerse fotos y a tratar de cimentar un poco más su discutible fama de progresista. Por lo menos, mientras está en Palestina, Asens no tiene tiempo para defender a chilenos antisistema de esos que dejan hemipléjicos a guardias urbanos o asesinan a baturros con la bandera española en los tirantes (¿te acuerdas de Rodrigo Lanza, mi buen Jaume?). Pero lo de Colau es simple turismo exhibicionista con el que seguir trabajándose una fama de progresista de alcance internacional que le ayude a buscarse la vida ahora que en Barcelona se la han quitado de encima.
Si aún estuviera al frente del consistorio barcelonés, su presencia en Palestina sería discutible, pero contaría, al menos, con un cargo para respaldarla (por irrelevante que fuese a nivel mundial). Pero como ex alcaldesa en busca de destino, ¿qué pinta en un sitio en el que la gente tiene problemas mucho más graves que los suyos?
¿De verdad creía que el soldado israelí escogido al azar se iba a echar a temblar ante los requerimientos morales de una has been de la política catalana? No es ésta la primera vez que Colau se mete donde no le llaman, pero me pregunto qué saca de sus absurdas expediciones más allá de cuatro fotos y un masaje para su ego maltrecho. ¿No le habría salido más a cuenta aceptar esos cargazos que, según ella, le llovían de Madrid y a los que renunció por amor a Barcelona, donde ya casi nadie la soportaba? No sé yo si el turismo progresista es la mejor manera de labrarse un futuro. Y si pretende volver a presentarse a alcaldesa en 2027, como ha anunciado, pasándose de nuevo por el forro los estatutos del partido, ¿qué demonios se le ha perdido con los aceituneros altivos machacados por Netanyahu, un tipo que, si se la sopla lo que digan Josep Borrell y Anthony Blinken, ¿qué importancia le va a dar a una política en el paro acostumbrada a “peter plus haut que son cul”?