Se cumplen ochenta años de la publicación en Barcelona del primer libro del Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela (Iria Flavia, 1916- Madrid, 2002). Marqués de Iria Flavia. 

Es el poemario surrealista Pisando la dudosa luz del día. Poemas de una adolescencia cruel. Escrito en 1936 e inspirado por la muerte de su novia Tohisa Vargas. 

“Me la mataron de un cañonazo a poco de llegar los nacionales a las puertas de Madrid”. Carlos F. Maristany (Barcelona,1913-1985) lo editó en Barcelona en su sello Ediciones del Zodíaco (1945). 

Maristany también publicaría la primera versión íntegra, con los recortes de la censura, de La vida de Pascual Duarte (1946). Y burlando a la censura desde Méjico, la editorial Noguer imprimió en Barcelona la versión íntegra de La colmena (1951). 

Cela paseó y describió el bajo vientre de Barcelona en su libro Izas, rabizas y colipoterras. Drama con acompañamiento de cachondeo y dolor de corazón (Lumen, 1964). Con fotografías del histórico Joan Colom. 

La defendió como “machista leninista”. Y le siguió Barcelona. Calidoscopio callejero, marítimo y campestre de Camilo José Cela para el Reino y Ultramar (1970). Lo publicó la editorial Alfaguara, que él fundó. 

La relación de Cela con las editoriales barcelonesas fue larga, intensa y provechosa. La catira (1955), Plaza y Janés. Oficio de Tinieblas 5 (1973) y Rol de Cornudos (1976) en Noguer. Mazurca para dos muertos (1983), Seix y Barral…  

Hasta la Obra completa en Destino y ganar el Premio Planeta en 1994 con La cruz de San Andrés, dotado con cincuenta millones de pesetas, una fortuna en aquel entonces. 

Fundador y editor en Mallorca de la mítica revista Papeles de Son Armadans, en ella escribió la élite de la Barcelona literaria: Riba, Foix, Espríu, Pla, Cirlot, José Agustín y Juan Goytisolo, Castellet, Rodríguez Aguilera…  

Calificado de catalanista barceloní, para Cela la plaza del Rei era “el rovell de l’ou”. Escribía expresiones tan barcelonesas como “¡Apa, noi!”. Su plato favorito y recomendado era “la escudella i carn d’olla”. 

Como no hablaba inglés a pesar de su apellido y ascendencia, para disimular ante alguna dama respondía: “Collonut Paraguay”. E hizo programas en Radio Barcelona con Joaquín Soler Serrano.  

Anécdotas al margen, se relacionó con escritores barceloneses como Néstor Lujan, Juan Ramon Masoliver, Miquel Roca Junyent o Rafael Borrás. También hizo cuanto pudo para introducir y dignificar el catalán en la Real Academia. 

Además, aportó matices catalanes en la Constitución cuando era senador. En su Viaje al Pirineo (1965, Destino) con Josep María Espinàs avaló el catalán de la Franja. Y propuso para el premio Nobel a varios escritores catalanes. 

Cataluña le correspondió con el Premi Sant Jordi de las Lletres y con la Creu de Sant Jordi “por su actitud favorable a Cataluña, a la cultura y a las letras catalanas, que divulgó en la revista Papeles de Son Armadans”. 

El Ayuntamiento de Madrid le otorgó la Medalla de Oro de la ciudad. El de Barcelona, simplemente nada. Ni su nombre en algún callejón. En L’Hospitalet de Llobregat, luce la calle Camilo José Cela. 

Suerte que el director de la Cátedra Camilo José Cela de Estudios Hispánicos es el catedrático de la Universidad de Barcelona Adolfo Sotelo, máximo especialista de su gigantesca obra. 

Por ahora, nuevo silencio en el aniversario de aquel poemario lleno tan triste y tan bello: “Hay pozos profundísimos como gritos desde adentro, / como la sal que apresa las raíces del sueño”. 

Odiado o amado sin medias tintas, se recomienda en su memoria la lectura de CELA, mi padre. (Temas de hoy, 2002). Biografía exquisita de su hijo Camilo José Cela Conde. Segundo marqués de Iria Flavia.