Barcelona es una ciudad única en el mundo. Es la segunda gran urbe de España, la capital de Catalunya, destino turístico, con un legado industrial enorme, con un atractivo arquitectónico y artístico de primer nivel. Pero, a pesar de que se señala en algunos discursos institucionales como de pasada, como algo adquirido, Barcelona es la gran capital de la edición.
Esa suerte no se acaba de ver, o no se sitúa en el centro de una estrategia que debería aprovechar esa enorme palanca. Se acerca Sant Jordi. Se venderán muchos libros, de todo tipo, y se volverá a señalar que el sector goza de buena salud. Pero, ¿sabemos que contamos con una industria colosal que distribuye libros desde Barcelona al mundo?
La multinacional Penguin Random House Grupo Editorial acaba de inaugurar una planta en Cerdanyola, con 42.000 metros cuadrados. Ya estaba presente, con instalaciones entre Pallejà, Sabadell y Barcelona. Pero ahora se convertirá en una de las grandes factorías de toda Europa. En la inauguración, la CEO de la empresa para España, Portugal y América Latina, Núria Cabutí, destacó el objeto del libro como transmisor a lo largo de los siglos de ideas entre autores y lectores. El libro sigue siendo uno de los grandes inventos del hombre.
La nueva factoría podrá gestionar más de 40 millones de ejemplares anuales. Unos 160.000 libros al día. Pero tiene capacidad para 340.000 títulos, en el caso de que se produzca, en determinados momentos del año, una gran demanda.
Lo mejor es que puede servir a otras editoriales, porque la empresa sólo ha ocupado el 60% del total. Podrá colaborar con otras editoriales que necesiten producción y distribución.
Trabajan unas 130 personas, con la incorporación de robots que agilizan la mecánica del trabajo. Y lo que Barcelona aporta es de una dimensión colosal. El 53% de los libros ideados y fabricados en España salen de Catalunya, y eso equivale a decir desde Barcelona y su área metropolitana.
El sector editorial, que cuenta en Catalunya con otra enorme empresa, como el Grupo Planeta, que es, también, la gran editora de libros en lengua catalana, con sellos como Proa, Edicions 62, Pòrtic, Columna, Empúries o labutxaca, alcanza una facturación de 1.200 millones de euros anuales, y de ese total 260 se facturan en Catalunya. Es decir, la mayoría se factura fuera, desde una producción en Barcelona y el área metropolitana.
La mayoría de esos libros son en lengua castellana, desde Barcelona. Hay una industria detrás, muy importante, que debería ser ensalzada y protegida.
Barcelona tiene suerte. Se la ha buscado, claro. Pero habrá que valorar decisiones como las de Penguin. De Barcelona al mundo con el libro, con todo lo que ello implica, como bandera.