Llega el ecuador del mandato de Jaume Collboni al frente del Ayuntamiento de Barcelona y los plumillas constatan que los partidos con presencia en el consistorio barcelonés viven su particular regreso al futuro con la vista puesta en 2027. Esto es, en las próximas elecciones municipales. Es lo que tiene la pax romana impuesta por Salvador Illa en la política catalana tras los años del procés. Parece que ahora todo se juega en Barcelona.

Una pulsión que se ve en el propio PSC, que pisa el acelerador en obras y proyectos para llegar a la próxima cita con las urnas con una buena hoja de servicios. Pero también en ERC, que abandona definitivamente la idea de entrar en el gobierno municipal. O en Junts, donde se intensifica la batalla por suceder a Xavier Trias como cabeza de cartel.

Los Comunes son caso aparte. Parecen haber estado pensando en las elecciones desde el día siguiente de investir alcalde a Collboni, aún sin tener claro si Ada Colau regresará finalmente a la batalla municipal. También el PP de Daniel Sirera, que sigue lento pero seguro en su determinación por consolidarse como alternativa al alcalde Collboni. El suyo es un proyecto a medio plazo en el que ha sabido aislar al grupo municipal de los sobresaltos del PP de Catalunya.

Collboni daba muestras este mismo lunes de esa dinámica con la presentación de un ambicioso plan económico para la ciudad. El plan Barcelona Impulsa, del que daba cuenta en estas páginas Rubén Pacheco, dibuja la agenda económica de la ciudad hasta 2035. En román paladino: Collboni tiene proyecto para tres mandatos, y lo demostrará con una inyección de 890 millones de euros hasta 2027. El equivalente al total de presupuesto del Ayuntamiento en un año, repartido en los cuatro años de este primer mandato socialista.

El gobierno socialista de la ciudad tiene claro, además, que deberá convencer a los vecinos de Barcelona con una hoja de servicios firmada en solitario, porque ni ERC ni Comunes van a compartir gobierno con ellos. Tras dar por imposible cualquier intento de acuerdo con los Comunes en materia presupuestaria, los de Collboni pondrán toda la carne en el asador en los presupuestos de 2026, que probablemente tengan que aprobar también en solitario, vía moción de confianza. Unas cuentas que deben ser el último impulso para ganar las elecciones de 2027.

Desde Esquerra observan con cierta comprensión la gestión del PSC, pero tienen claro que el acuerdo alcanzado en su día para compartir gobierno es pasado. La guerra abierta en el seno del partido dio al traste con esa coalición municipal, que ahora sustentan las dos principales familias de la Federación de ERC en Barcelona. En el próximo congreso sumarán fuerzas frente a la candidatura auspiciada por Alfred Bosch, a la que desde el partido dan pocas opciones de éxito.

Si se cumplen esos pronósticos, los republicanos podrían intentar de nuevo un pacto de gobierno con el PSC en Barcelona pasadas las elecciones municipales. Nunca antes. Elisenda Alamany encabezará por primera vez la candidatura republicana con el impulso a favor de la secretaría general del partido, que le da la proyección mediática que necesita para sustituir a una figura del peso de Ernest Maragall. Pero no puede llegar a los comicios atada a Collboni, aunque esté convencida de que a medio plazo ERC necesita entrar en el gobierno municipal para crecer en la capital catalana.

Mientras, en Junts siguen deshojando la margarita del próximo candidato a la alcaldía. Los mentideros independentistas apuestan por Josep Rius, impulsado por su proximidad a Carles Puigdemont, que sigue designando candidatos a placer desde Waterloo sin que nadie ose oponer resistencia en su partido. El último tímido intento lo protagonizó Jaume Giró, con su efímera candidatura a encabezar la lista de Junts al Congreso. El resultado: Míriam Nogueras lo barrió del terreno de juego con el aval de Puigdemont, y a Giró ni siquiera le han dejado la portavocía de Junts en la Comisión de Economía del Parlament, pese a ser el último consejero del ramo del partido. 

Aunque también hay quien señala a posibles candidatos fuera del actual grupo municipal, alguno muy próximo a Xavier Trias. Un Trias que siempre apostó por Jordi Martí Galvis, pero al actual líder de Junts en el Ayuntamiento no le acompaña la proyección pública necesaria para ser candidato. El 80% de los votantes no sabe quien es, según el Barómetro del Ayuntamiento. Faltan todavía dos años, pero dos años no son nada, parecen en las direcciones de todos los grupos municipales.