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Jaume Collboni durante su intervención en la nueva sede de Astrazeneca de Barcelona

Jaume Collboni durante su intervención en la nueva sede de Astrazeneca de Barcelona GALA ESPÍN

Opinión

Operación acoso y derribo a Collboni, con escaso éxito (por cierto)

"Collboni heredó un Gobierno de Ada Colau que en ocho años no es que hiciera poca cosa en materia de vivienda, sino que hizo el ridículo"

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El último pleno municipal se centró en saber si Barcelona va bien. El alcalde Collboni y la concejal Laia Bonet se esmeraron en defender que después de años de oscuridad y decepción, Barcelona ha iniciado un cambio. Quizás, lento, pero cambio. Lo ilustraron con datos, con cosas concretas, pero la oposición estaba detrás de un árbol y no veía el bosque. Es más, no veía nada porque tenía una viga clavada y solo se fijaba en la paja en el ojo del alcalde y entonaron, al unísono, un atronador todos contra Collboni.

Cada uno con su sinfonía, toda la oposición asumió un papel protagonista de una película de serie B, bajo el título “operación de acoso y derribo al alcalde”. Una operación que por forzada y exagerada no tiene repercusión en la ciudadanía. Solo el PSC de Collboni pasa el cedazo de las encuestas. El resto, como dice el dicho, van de culo y cuesta abajo asiéndose al “cuánto peor, mejor”, como fórmula opositora.

Es patético oír a Janet Sanz, líder interina de los comunes, que sin ruborizarse diga en el pleno que Collboni que lleva 867 días -a fecha de hoy algunos más- en el gobierno “sin que haya resuelto los principales problemas de la ciudad”, como la vivienda.

Dicho de otra forma, Collboni heredó un Gobierno de Ada Colau que en ocho años no es que hiciera poca cosa en materia de vivienda, sino que hizo el ridículo. Ellos, los comunes, son los artífices de la cesión del 30% que no ha servido y que ha reducido casi a cero la construcción de nueva vivienda. Y encima quieren subir el mínimo al 50%. Eso se llama empecinarse en el error.

“Viven en una burbuja, y ya sabemos que pasa con las burbujas; que explotan”, dijo con ardor el líder de Junts. Jordi Martí sabe de lo que habla y tiene razón porque Junts vive en una burbuja que ha explotado porque la ha pinchado Aliança Catalana. Sigue sangrando por la herida de no obtener la alcaldía -Miriam Nogueras repite cada día que Collboni obtuvo la alcaldía por su pacto con PP y Vox. Es malo no leer, pero peor es ser ignorante. Vox jamás votó a Collboni.

Lo hicieron PSC, comunes y PP- y sigue lamiéndose las heridas. Juega al que vaya todo peor y se niega a votar a favor de la eliminación del 30%. Ni siquiera cuando se lo propuso el PP. Solo quieren que caiga Collboni y cuando Martí contestó a Sirera -por carta- habló de un cambio de gobierno pero no del 30%. También los junteros se empecinan en el error. Como sigan así, Aliança Catalana los dejará en el campo de la irrelevancia.

Elisenda Alamany se borró del pleno y las críticas de ERC las vertió el concejal Jordi Castellana. Para los republicanos Barcelona va fatal, pero llegan a acuerdos con el PSC y le votan las ordenanzas. Vamos, está en contra pero también está a favor, una forma de hacer habitual de los republicanos. Siempre se mueven en la foto, pero al menos hoy por hoy son los únicos capaces de hacer algo de política aunque luego miren de reojo a Junts por ese permanente complejo de inferioridad.

El PP de Sirera ha hecho un buen movimiento poniendo sus votos a disposición para tumbar el 30%. No lo ha hecho por un acto de devoción a Collboni, lo ha hecho porque Vox amenaza con adelantarle en el consistorio. Daniel Sirera se ha puesto la camisa de “hombre de estado” para representar una forma de hacer política y ha hecho una OPA en el mundo de la derecha, Junts incluido. Debería tomar nota Núñez Feijóo que va como pollo sin cabeza en política nacional.

“Barcelona mejora, se transforma y se fortalece en un contexto nada fácil”, dijo Laia Bonet. Detalló, con datos, esta afirmación para darle contenido.

La vivienda esté en Europa por Barcelona, la percepción de suciedad se ha hundido en las encuestas, los teatros vuelven a ser actualidad, la existencia de un plan inversor de 1800 en el Plan Clima, la percepción de inseguridad cae, la conexión del tranvía empieza a ser una realidad, la ciudad cambia con la multitud de obras en marcha, el paro está por debajo de la media nacional y se pone coto al turismo desmadrado con el veto a los pisos turísticos y se apuesta por la vivienda social. Todo esto le da igual a la oposición.

Bonet podía decir misa, la oposición tenía el manual de respuesta activado: todos contra Collboni en operación de acoso y derribo. Mientras, 5.000 ciudadanos siguen sin hogar. Eso no interesa a la oposición. No suelen votar los sintecho.