Circulación de coches y motos en una calle PIXABAY
El mito de la moto
Las motos son hoy un problema en Barcelona, sobre todo si se considera que, pese al bajo porcentaje de desplazamientos, suponen el 50% de los accidentes mortales
Hay una afirmación raras veces contrastada según la cual si las motos desaparecieran de Barcelona el tráfico rodado sería totalmente imposible.
Como compensación por el presunto beneficio que estos vehículos aportan a la ciudad, sus usuarios reclaman derechos que lesionan los de otros ciudadanos: aparcar en las aceras, circular por donde quieran y, algunos, aturdir al personal con el estrépito de sus motores.
Y el Ayuntamiento de Barcelona traga.
El último anuncio municipal ha sido la promesa de crear más parrillas junto a los semáforos, entre el paso de peatones y los coches, de modo que los motoristas se acerquen al cruce y salgan de estampida a la que cambia la luz del rojo al verde.
Parece algo útil, pero tiene un problema: con ello el ayuntamiento invita a los conductores de motocicletas a infringir las normas de tráfico.
Y esto ya no parece tan buena idea ya que, si se puede infringir una, ¿por qué no todas las demás? Con esto uno se convierte en juez y éstos, ya se sabe, gozan de notable impunidad.
Las normas prohíben circular a menos de cierta distancia de otro vehículo. En resumen: las motos no pueden moverse zigzagueando entre coches parados que esperan el semáforo. Tampoco cuando circulan. No por capricho sino porque es peligroso.
Que esta distancia no se respeta lo puede comprobar cualquiera en cualquier momento del día y en cualquier calle de la ciudad, incluidas las rondas.
Las leyes se pueden cambiar y, si los técnicos municipales barceloneses creen que esa distancia de seguridad es inútil deberían instar al legislador a que modifique la norma en vez de sugerir a los ciudadanos que la ignoren. Pero tal vez convenga revisar lo que los aristotélicos llamaban la premisa mayor, es decir, la idea de que las motos son la solución para el tráfico barcelonés.
La última encuesta del Institut Metropolità sobre la movilidad en días laborables registra que el porcentaje de desplazamientos en moto o ciclomotor es del 3,87% sobre el total. Los datos corresponden a 2024.
Si se excluyen los desplazamientos hechos a pie y se toman en cuenta sólo los hechos en vehículo, el porcentaje de trayectos en motos y ciclomotores asciende al 6,42%.
El porcentaje sube mucho si el cómputo se hace sólo sobre movimientos en coches y motos, pero es un sofisma decir que todos los que circulan en moto, si la dejaran, se pasarían al coche. Aunque sólo sea como hipótesis, cabe pensar que alguno de esos motoristas se decidiría por el transporte público.
Pero el consistorio es amigo de las motos. Así, entre las medidas para regular los accesos a los partidos del Barça se incluyen 2.000 plazas para aparcar la moto. Trato preferencial para el 2% de los 100.000 espectadores que pueden acudir. Las motos son hoy un problema en Barcelona, sobre todo si se considera que, pese al bajo porcentaje de desplazamientos, suponen el 50% de los accidentes mortales.
¿Es posible que, a pesar de las sugerencias municipales, circular de forma temeraria entre otros vehículos aumente el riesgo de accidentalidad?
Otro problema (menor en comparación con lo que supone una muerte) es el ruido consentido que hacen muchos de estos vehículos. Eso -más el que provocan algunos autobuses y vehículos de limpieza- hacen que pasear por ciertas calles resulte insufrible.
El consistorio va a estimular el cambio de una moto de combustión por otra eléctrica con una subvención directa. Bien está, pero el parque de motocicletas no es especialmente antiguo: el 76% tiene menos de 10 años y son de gasolina el 95% (el 97,8% en el caso de los ciclomotores).
Las eléctricas suman hoy un paupérrimo 4,6%. Un porcentaje mínimo en comparación con otras ciudades, especialmente las chinas, que han asumido más en serio la lucha contra la contaminación causada por los gases y el ruido.
Y ya que viene la Navidad: será cosa de ver si los motoristas vestidos de Papá Noel son de nuevo capaces de ridiculizar a los responsables del tráfico de Barcelona. Éstos tienen de su parte la ley y la razón, pero los motoristas tienen a su favor que les importa un rábano contaminar y molestar. Y van ganando.