Un juego Monopoly en una imagen de archivo
Dos juegos ejemplares
El mundialmente famoso juego de mesa Monopoly cumple 90 años. Lo curioso es que nació como una crítica a los monopolios y ha ido evolucionando hacia un capitalismo más capitalista
El mundialmente famoso juego de mesa Monopoly cumple 90 años. Comercializado por la empresa estadounidense Parker Brothers, consiste en acaparar propiedades y riquezas mediante una divertida e implacable competencia con los otros jugadores.
Llegó a España en los años 70. En la primera versión dedicada a Barcelona, Las Ramblas valían 26.000 pesetas. Y la Plaza Catalunya, 28.000. Reza su publicidad: “Hazte rico. Véngate. Arruínalos a todos. Compra vecindarios, vende propiedades, haz crecer tu imperio”.
También aconseja: “Incrementa tu riqueza con las casas y hoteles. Aumenta tus activos como un arrendador magnate y compra casas y hoteles para cobrar más alquiler”. ¿Le suena? Lo curioso del Monopoly es que nació como una crítica a los monopolios y ha ido evolucionando hacia un capitalismo más capitalista.
Capaces de reírse de sí mismos, la misma empresa se autoparodió con un Monopoly socialista. "El juego que fomenta el bien colectivo a menos que puedan robar proyectos para avanzar", ironizaba. Los aficionados al clásico se enfadaron.
Porque preferían consejos como “Para dominar a la competencia, sé el último con dinero cuando todos los demás estén en bancarrota.” Otra gracia es que va más allá de precios y negocios.
Porque varias generaciones de barceloneses y de todo el mundo han aprendido cosas útiles hoy en día, como bienes raíces, subastas bancarias, cómo eludir la cárcel o a caer en ella si se es un mal capitalista.
El balance de resultados del Monopoly se cifra en que es el juego de mesa más vendido del mundo. Con miles de versiones para diferentes edades. Y cientos para diversos países y ciudades. Además de campeonatos nacionales e internacionales.
Su nueva versión para móviles le han reportado 5.000 millones de dólares. Muy distinto fue el resultado de un juego de mesa nacido en 1980 y muerto la misma década. Su título: El Chino. Editado por Juegos Mamón.
Se presentó como “Juego didáctico para mayores de 18 años y menores de dos metros, 30 centímetros”. Se trataba de cómo vivir y sobrevivir en el Barrio Chino de Barcelona. Sus personajes: “fulanas, navajeros, travestis, el macarra protector…”.
Entre sus negocios, barritas envueltas en papel de plata que simulan ser de hachís. En sus casillas: “Redada, venta de chocolate, venta de hormonas Mamellol, venta de gomas, Habitaciones Bernarda, Chirona. Cine el Magreo…”
“En El Chino gana todo el mundo”, se lee en las instrucciones. Pero si se desea establecer un ganador, hay que cumplir unas normas y estar de común acuerdo todos los jugadores. A pesar de ello, fue acusado de machista, xenófobo, racista y otros piropos.
Jugar a El Chino enseñaba el argot del lumpen y del bajo vientre de Barcelona. Los billetes de 100 pesetas eran calas. Los de 500, chapas. Y los de mil, una lechuga. ¿Le suena?
Con dibujos y figuritas hiperrealistas y estética destroyer, es un tesoro olvidado de la contracultura que tanto conoce Ramón de España. Objeto de deseo de coleccionistas, en el mercado de segunda mano cuesta 250 euros. (Dos lechugas y media).
En cualquier caso, la banca y las fulanas caras siempre ganan.